Alexander Molina Guzmán
La elección del nuevo Congreso y de las consultas que definieron candidatos presidenciales el pasado domingo, dejó una situación muy clara: existe un país territorial y uno nacional. Un país territorial que sigue amarrado a las viejas estructuras partidistas y clientelistas a la hora de elegir congresistas. Salvo el Pacto Histórico y la Coalición Alianza Verde y Centro Esperanza, que lograron juntos 30 senadores y 37 representantes, los partidos con corte tradicionalista se alzaron con la mayoría de las curules.
Sin embargo, y aquí se ve marcado el país nacional, a la hora de decidir sobre candidatos presidenciales la gente se sacude un poco de la estructura tradicionalista que lo mantiene amarrado en la región y está optando libremente por escoger el poder nacional. Eso se reflejó en las consultas: entre el Pacto Histórico y la Coalición Alianza Verde y Centro Esperanza sacaron un poco más de 8 millones de votos (la mayor votación fue la del Pacto Histórico con 5.806.278). Duplicaron al Equipo por Colombia que sacó un poco más de 4.100.00 votos.
Está marcado el hecho en que hay un país territorial y uno nacional en estas elecciones. También se vio reflejado en la votación del Pacto Histórico, pues en su consulta sacó 5.806.278, pero para el Senado logró una votación de 2.285.128. ¿Dónde se quedaron 3.500.000 votos? Sin duda se quedaron allá, amarrados al país territorial. Claro, hay excepciones, en el territorio hay una leve intención de sacudirse de ese yugo tradicional y clientelista.
Por ejemplo, en el Huila hubo una leve sacudida de las estructuras tradicionales y se dio un voto castigo: el Pacto Histórico logró una curul para Cámara de Representantes y los conservadores todavía no tienen asegurada la curul del Senado (sería la única curul). Este escenario de descontento de buena parte de los huilenses fue capitalizado por candidatos “extranjeros” que lograron llevarse más de 250 mil votos del Huila. ¿Por qué todavía existe un país territorial amarrado a estructuras tradicionales? Por lo mismo: compra y venta de votos de diversa índole que va desde comprar el voto por 50 mil pesos o más, hasta grandes y pequeños contratos.
La gran ventaja del Pacto Histórico, que tiene un buen colchón de casi 6 millones de votos, es que hay un país nacional que se mueve más libremente a la hora de elegir presidente y la tendencia está marcando esa contradicción: un país territorial que expresó su voto todavía por lo tradicional, pero que se va sacudir de ese yugo en lo nacional. Claro, sigue habiendo una gran lunar: la abstención.