El Papa Francisco – José Gregorio Hernández Galindo

El Santo Padre elegido el miércoles 13 de marzo, el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, necesita el apoyo de todos los fieles católicos para sacar adelante un proceso renovador de la Iglesia. Certidumbres e inquietudes El Santo Padre elegido el miércoles 13 de marzo, el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, necesita el apoyo de todos los fieles católicos para sacar adelante un proceso renovador de la Iglesia. Francisco tendrá a su cargo la nada fácil misión de suceder a un Papa vivo que tuvo el valor de abdicar, reconociendo su debilidad física y su incapacidad actual para conducir una grey compuesta por más de mil doscientos millones de personas. Pero, además de la mirada del mundo entero en una época crucial, tendrá sobre sí la de su antecesor, que si bien le ha prometido obediencia y habrá de guardar prudente silencio, conoce como nadie los difíciles temas de la teología y los graves problemas de la Iglesia, y ha tenido en sus manos el informe, hoy reservado y listo para entregar al Papa Francisco, rendido por tres cardenales sobre graves asuntos internos del Vaticano que afectan a la Iglesia y desalientan a los feligreses. Preguntábamos en otro escrito, anterior a la elección: ¿Podría el nuevo Sumo Pontífice, ante Dios y ante su conciencia, bajo la mirada de su antecesor, eludir la dura tarea que  este, por las razones que expuso, no pudo llevar a cabo? Todos deseamos que el Papa Francisco le ponga fin a la lucha de poderes que parece haberse instalado en el Vaticano, para que no regresemos a la época de Alejandro VI (el Papa Borgia); que trace las nuevas pautas con mano firme; que expulse de la Iglesia a todos los curas pederastas, y que continúe la actividad, iniciada por sus antecesores, de acercamiento a otras confesiones, en busca de un auténtico ecumenismo. El momento que vive la Iglesia Católica es muy difícil. Lo dijo el Papa Emérito y es un secreto a voces. Es preciso que el Sumo Pontífice oriente y dirija a la Iglesia volviendo a los valores y principios originales, los auténticamente cristianos; los que provienen de Jesús de Nazaret. Lo cierto es que el nuevo Pontífice, en pocas horas, ha enviado varios mensajes  -más con los gestos y las actitudes que con las palabras-: – Sin perjuicio de su enorme responsabilidad como conductor del catolicismo y de su carácter de Jefe del Estado Vaticano, todo indica que asumirá un papel de servidor y de sacerdote. – Conservará los postulados básicos de la Doctrina, defenderá a la familia y respetará los fundamentos de la fe católica, pero será progresista en materia social. – También respetará el legado espiritual de sus antecesores, pero se le ve decidido a emprender la renovación en el interior del Vaticano y de la Iglesia. – Necesariamente se verá precisado a introducir cambios en la cúpula vaticana; a corregir vicios en lo financiero y lo administrativo; a examinar a fondo las funciones de sus inmediatos subalternos, y a comunicarse con su grey de manera más auténtica, volviendo a los orígenes del cristianismo. Lo acompañamos sinceramente los católicos, y esperamos que sepa superar la crisis.