Las campañas políticas son campos de batalla, en el cual reina la viralidad de un mensaje frente a su certeza. El candidato que está en la final (segunda vuelta), es el protagonista del tema de la semana con el “perdón social”, una frase que tiene sentido con su historia, pero complejo de materializar en una eventual llegada de la izquierda a la casa de Nariño.
La carta que circuló por la cárcel la Picota establecía “un proceso de sometimiento ante la justicia no ordinaria EXCLUYENDO como criterio fundamental de nuestra propuesta de perdón social: cárcel y extradición”; está nota hizo hablar a Petro sobre un “perdón social filosófico”, el cual a duras penas lo entienden sus círculos cercanos y ante la opinión pública quedó como si fuera a perdonar a los condenados por corrupcion, narcotrafico y delitos conexos, lo cual ha negado tanto, como la relación de su hermano con la campaña.
Si es presidente, el perdón social es probable en una eventual negociación con grupos armados como el ELN u otras disidencias que no pueda someter con las fuerzas del Estado; teniendo como antecedente su propio proceso con el M19, aunque en condiciones diferentes.
Pero un perdón social de las dimensiones que han vendido sus opositores ¿podrá hacerlo Petro? en el caso de una reforma a la justicia la composición del congreso hoy no es mayoritaria para los alternativos en senado, eso implicaría que para “convencer” a varios congresistas de toldas contrarias, tendría que fortalecer esas maquinarias regionales que tanto ha criticado, y aún así, que pase una reforma de ese nivel es improbable, además condicionado por las altas cortes.
Los órganos de control estarán dos años del próximo gobierno en poder de la derecha, ya que en la Fiscalía, Contraloria y Procuraduria están las fichas políticas de Duque; si buscara “perdonar algunos amigos” como suelen hacerlo los gobiernos de turno.
Así que Petro no tendría fácil “una ley de punto final”, pero este tema será parte fundamental de la estrategia política para revivir el miedo.