Del viejo teatro Pigoanza, considerado por expertos, como una verdadera “joya” arquitectónica en el departamento, hoy no queda nada.
La otrora majestuosidad del lugar es solo un recuerdo. Su belleza se perdió entre las viejas paredes, los más oscuros rincones y antiguos muebles que todavía hacen parte de la historia del Pigoanza.
Atrás quedaron los tiempos en los que las grandes producciones cinematográficas congregaban a cientos de huilenses que además de disfrutar de alguna película, también lo hacían porque era el único lugar de encuentro para las familias y los amigos.
Por años, administración tras administración, los huilenses han escuchado promesas según las cuales el Pigoanza volvería a ser como en sus tiempos de gloria.
Sin embargo, al igual que su mobiliario y sus instalaciones, esos anuncios se fueron desvaneciendo para terminar en el olvido total.
La historia
El teatro Pigoanza fue una idea que arrancó por allá a finales de la década de los 60, y sus diseños corrieron por cuenta del arquitecto Eduardo Hakim.
Asimismo, se hicieron estudios de acústica, por eso, no se escucha eco ni resonancia allí. Funcionaría con 803 sillas traídas de Palmira, Valle.
Pero fue hasta el gobierno del entonces gobernador Augusto Paredes Tamayo, cuando el Pigoanza quedó listo y fue inaugurado. Corría el mes de abril de 1970.
Quedó ubicado en el primero de una edificación de cinco pisos en cuyas alturas fueron construidos varios apartamentos.
Según reza en los documentos de la época, el terreno donde fue construido el Pigoanza, fue adquirido por la suma de 405.813 pesos, mientras que su construcción tuvo un costo aproximado de 9.000.000 millones de pesos.
El teatro fue entregado para que fuera la Administración Departamental la que lo mantuviera. Y fue específicamente la entonces Beneficencia del Huila la que lo recibió. Su gerente, Daniel Gutiérrez recibió con entusiasmo semejante responsabilidad. Entre otras cosas porque había sido uno de sus impulsores.
Precisamente, su hija, Carolina, recuerda que su padre le contó que el día de la inauguración hubo un cóctel organizado por la Gobernación durante el cual también se proyectó una película llamado El Lago de los Cisnes.
Posteriormente, se abrió al público, cuyos primeros asistentes disfrutaron de Donde las Águilas se Atreven.
El Pigoanza sería entonces el sitio ‘in’ de Neiva para ir a ver películas. Luego, con el tiempo también sería un espacio ideal donde se daría cita la cultura, y el arte.
El declive
Pero con el correr de los años, el teatro Pigoanza fue sufriendo una cruda realidad. Se enfrentó a la falta de interés de los gobiernos de turno, quienes poco a poco lo fueron dejando a un lado.
Como si fuera poco, la construcción también comenzó a deteriorarse por culpa del paso del tiempo inclemente.
Incluso estuvo a punto de ser vendido. En 1996, el entonces gobernador Jaime Lozada anunció que iba a poner a la venta el inmueble.
Dijo que el Departamento necesitaba recursos y no podía seguir manteniendo una construcción como esa. No obstante, fue el propio Daniel Gutiérrez, el que dio la voz de alerta e hizo una convocatoria.
“Mi padre llamó a ex gobernadores, académicos, y gente de la cultura para que fueran a hablar con el gobernador Lozada, y parar la venta del teatro”, recuerda su hija Carolina Gutiérrez.
Y así fue, pero la historia no terminó ahí y su suerte empeoró. El desinterés de los gobiernos siguió creciendo, y en la siguiente administración, la de Juan Cárdenas Chávez, fue arrendado al periodista César Cárdenas.
Sostiene que para empezar tuvo que pagar una deuda con empresas distribuidoras de películas, equivalente a los ocho millones de pesos y las ganancias nunca llegaron.
“Perdí como 24 millones de pesos. Además, la cafetería, que era la que dejaba buenos dividendos, se la arrendaron a otra persona, no pudimos hacer nada”.
La sala de proyección presentaba unas 40 goteras y el sótano parecía una ratonera. Cárdenas afirma que pese a su insistencia, la Administración se negó a hacer inversión alguna en el teatro y terminó devolviéndolo porque los gastos para sostenerlo eran mayores que lo que podía ganar.
Actualmente, aunque sigue siendo utilizado para ceremonias de grados y algún acto cultural. Todo debe hacerse de día, pues los moradores de los apartamentos interpusieron una acción popular para impedir que se prenda el aire acondicionado en horas de la noche, pues que según ellos, hace demasiado ruido e impide su descanso.
¿Una luz?
Tras muchos años de abandono, el Pigoanza podría ahora sí, recuperar su belleza y la gloria perdida.
Según el secretario General, Carlos Alberto Martín, el gobernador Carlos Mauricio Iriarte ya adelantó gestiones ante el Ministerio de Cultura en busca de recursos para recuperar el teatro.
“El proyecto de rediseño tiene un costo de alrededor de $280 millones. Ya surtimos la primera etapa porque ya fue al Consejo Departamental de Patrimonio Histórico donde están los recursos del IVA de telefonía móvil y el proyecto priorizado fue el teatro Pigoanza”, explica Martin.
La recuperación del teatro, está en una segunda instancia, que es la actual, en el Ministerio de Cultura, añade el funcionario. Es decir, solo falta un visto bueno de la cartera para contratar los rediseños.
Además, por Ocad departamental está previsto que se inyectan unos recursos para la reconstrucción. “Hay que modificar piso, sillas, tarima, aire acondicionado, el sistema de luz. Pero el teatro está usable. En este momento estamos contratando por aparte la reparación de sillas, el aseo se mantiene”, subraya Martin.
Significaría entonces que habría una oportunidad para el Pigoanza, después de que su administración rodara por tantas oficinas, tras debido a la venta de los apartamentos.
Primero pasó a la Secretaría de Salud, a través de la Beneficencia, luego volvió al Departamento y en el gobierno de Rodrigo Villalba quedó bajo la tutela de la Secretaría General.
Martín sostiene que en este gobierno, sí ha habido interés y se está haciendo todo lo necesario para poder recuperar la construcción. Se contratará el rediseño con la Sociedad de Arquitectos y estaría listo para el mes de noviembre.
Dependiendo del costo total, los recursos estarían asegurados por Ocad, afirma el funcionario. A partir de ahí, la recuperación del teatro tomaría aproximadamente seis meses.