La Nación
El rearme de ex Farc una equivocación histórica   1 19 abril, 2024
INVESTIGACIÓN

El rearme de ex Farc una equivocación histórica  

RICARDO AREIZA

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El rearme de ‘Iván Márquez’, estaba cantado desde el mismo día en que renunció voluntariamente a su curul en el Congreso. Era un escenario previsible.

Una semana después de la captura de Jesús Santrich, el 9 de abril del 2018, Luciano Marín Arango (su verdadero nombre)  regresó al Caquetá, su tierra natal y se internó en la región de Miravalle en San Vicente del Caguán (Caquetá). Allí estaba Hernán Darío Velásquez (‘El Paisa’) con la mayoría de los miembros de la columna Teófilo Forero, ya desmovilizados.

Desde allí, a orillas del río Pato, el ex jefe negociador de las antiguas Farc, anunció que no estaba interesado en asumir la curul, otorgada como uno de los compromisos del acuerdo de paz. En un reportaje para CM& advirtió que en su caso, no existían garantías. Desde entonces desapareció hasta el jueves pasado cuando irrumpió con una bomba: el rearme y el reinicio de una nueva guerra.

No es la primera vez, que Márquez, uno de los más radicales miembros del extinto Secretariado, retrocede. El 2 de octubre de 1987, abandonó sorpresivamente su curul en la Cámara de Representantes, que había logrado a nombre de la Unión Patriótica.

Una corona fúnebre  y un sufragio, colocados en su apartamento en Bogotá, confirmaron las amenazas de muerte que había denunciado.  “Por estas razones, analicé que no había condiciones para seguir adelantando la actividad política sin el riesgo de perder la vida”, explicó en esa época.

Ahora, 32 años después, con el mismo argumento, se apartó de los acuerdos de paz, que él mismo ayudó a construir, dejó plantados a los trece mil desmovilizados y anunció su retorno a la lucha armada, su gran equivocación.

Dicho y hecho

El subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación, Ariel Ávila, había anticipado la gestación de una nueva guerrilla, con la concurrencia de algunos de los grupos disidentes que nunca entraron en el proceso. La última reunión, habría ocurrido el 2 de mayo pasado, en Arauca. Desde hace un ano se venían adelantando conversaciones para intentar unir a los grupos disidentes. Y ocurrió.

“Estamos ante el (re) surgimiento de una nueva-vieja guerrilla con algunos matices, en el contexto de un Estado que no asumió la paz como un proyecto unificador”, explicó el analista Germán Ayala Osorio.

Los peligros

Aunque el gobierno y algunos medios de comunicación, subestimaron la nueva declaración de guerra, el rearme es un campanazo de alerta. No solo por la capacidad militar de los pregoneros, sino por la vulnerabilidad en que se encuentra un alto porcentaje de quienes dejaron las armas.

Entre los líderes de la nueva vieja guerrilla, aparece un miembro de la cúpula de las antiguas Farc, cinco del viejo estado mayor, cuatro ex comandantes de bloques y el pionero de la columna Teófilo Forero, experta en guerra urbana y en golpes de alto impacto.

Esa trayectoria bélica no puede subestimarse. A pesar de la fatalidad que implica para la implementación de los acuerdos de paz, esa organización disidente no puede menospreciarse. Independientemente de su discurso guerrerista, hoy obsoleto, el país entero debe reaccionar para impedir que los viejos brotes que surgieron en Marquetalia, terminen repitiendo una confrontación fratricida que comenzó hace 60 años con pocos hombres, a quienes el Estado jamás reconoció.

La otra cara

La otra cara es que el 90% de los excombatientes siguen en el proceso, a pesar de los incumplimientos y se han apartado de quienes retomaron las armas, alegando incumplimientos a los acuerdos de paz que ellos mismos, no respetaron.

Pero aun así, los incumplimientos ciertos de los acuerdos pactados no justifican bajo ninguna circunstancia el rearme. “Aún en las difíciles circunstancias que afronta el proceso de Paz no creo que la vía armada tenga justificación y legitimidad”, explicó el politólogo Pedro Santana.

“En las actuales circunstancias lejos de alegrarnos por el fortalecimiento de las disidencias debemos persistir en el respaldo al maltrecho proceso de paz. Exigir del Estado el cumplimiento de los acuerdos, apoyar y rodear sin vacilación al 90% de los excombatientes que se mantienen firmes en el proceso, avanzar en la construcción de la paz en los territorios, exigir la reparación a las víctimas y condenar la lucha armada sin vacilaciones, al tiempo que se deben redoblar los esfuerzos por una salida negociada al conflicto armado que aún persiste”, precisó Santana.

“No podemos permitir que se revierta el proceso de paz en Colombia. La unidad por la paz es más importante que nunca”, señaló la canciller noruega Ine Eriksen Søreide. “La verdadera revolución, como replicó Petro, está en la paz”.