Cielo Lozano y Óscar Ramírez son dos, de los tantos comerciantes, que ayer volvieron a reactivar su vida productiva. LA NACIÓN acompañó y así fue su primer día después de la cuarentena.
Carolina Argüello Cruz
Cielo Lozano Vargas y Óscar Ramírez Delgado no se conocen entre sí, sin embargo, tienen en común que se han dedicado al comercio durante un amplio periodo de tiempo. Ellos, después de 2 meses y 10 días volvieron a abrir sus locales.
Mientras que Cielo se dedica a la venta de balacas, aretes, collares y todo lo relacionado con una miscelánea. Óscar comercializa todo lo referente a la maderoterapia ya sea para el cuerpo o para el rostro.
Atendiendo al dicho de ‘al que madruga, Dios le ayuda’ ambos llegaron ayer muy temprano a alistar las vitrinas, exhibir sus productos e incentivar a los peatones a la compra.
“Estoy muy feliz de volver, me siento renacida. Doy gracias a Dios porque nos ha permitido volver a trabajar, aunque con algo de cuidado por el miedo que aún tenemos por el contagio”, describió Cielo en este primer día.
Óscar, también, manifestó su felicidad porque “yo no sirvo para que me estén regalando las cosas. Me gusta trabajar y conseguir mis cosas por mis propios medios”.
Los días de cuarentena fueron de incertidumbre pues a medida que pasaba el tiempo, volver a sus lugares de trabajo se hacía una posibilidad más lejana.
Cielo dijo que pensaba y le ponía triste pensar en las personas que estarían pasando dificultades, pues no es extraño que en muchas familias durante este tiempo faltaron los platos de comida. El hambre estaba enfermando a decenas de habitantes.
En cuanto a sus ingresos diarios dijo que cuando entró en cuarentena le pedía a Dios que le diera paciencia, que no la hiciera pensar en las deudas, ni en el arriendo que le genera mensual un egreso de $850 mil.
“Todavía no me he ubicado en eso, esperar si Dios quiere para cuadrar con los propietarios del local y lo mismo con los bancos”.
En cambio, Óscar señaló que, pese a que no aguantó hambre’ tuvo que hacer rendir por tres meses el mercado que le entregó la Alcaldía.
“Esto nos tomó por sorpresa, por fortuna yo tenía mis ahorritos, pero se acabaron. Nos tocaba comer todos los días pepitas y arroz. Fue un tiempo difícil para mí, mi esposa y mi nieto, que vive con nosotros, pues estamos acostumbrados a comer carnita, pollito o pescadito y no había para nada de eso”.
Pero ayer, todo volvió a cambiar. Junto a ellos, también madrugaron un centenar de compradores y esto se vio reflejado en los ingresos; Óscar se hizo más de $150 mil.
“He puesto mi confianza en Dios y no me ha desamparado. Me vine a trabajar, empecé a vender y he hecho una ventica buena. Ojalá todos los días sigan igual”.
Este hombre de 58 años es un reflejo de que la esperanza es lo último que se pierde, dice que nunca perdió la fe y que siempre ha estado encomendado a Dios y él nunca lo ha desamparado.
“Es una realidad lo que está pasando, debemos cumplir con los protocolos para evitar que el virus se propague, pero debemos seguir adelante”.
Los dos comerciantes, que tienen sus negocios separados a media cuadra de distancia manifestaron que lo principal es que cada persona adquiera la responsabilidad de portar correctamente el tapabocas; además, hacer uso del gel antibacterial ubicado en cada almacén.
Finalmente, Claudia Acevedo, directora seccional de Fenalco Huila, aseguró que las autoridades están prestas a que la reactivación sea de una manera segura y responsable. Indicó que han realizado la solicitud a la Administración Municipal para que reevalúe el toque de queda del día domingo.
