La Nación
EDITORIAL

El ruido del consumismo

De cara a la celebración de esta Navidad, el Papa Francisco ha hecho una profunda reflexión: “No hay que dejarse cegar por el brillo de las luces artificiales, de los regalos y la comida. Es mejor ayudar a alguien que pasa necesidad”. Al rechazar el “ruido del consumismo”, Su Santidad insistió: “Procuremos no mundanizar la Navidad. La Navidad es el triunfo de la humildad sobre la arrogancia, la sencillez sobre la abundancia”.

¡Qué mensaje del Papa! El máximo representante de la Iglesia Católica está haciendo una reflexión que sobrepasa los ribetes religiosos, claramente, es un mensaje de vida. El Papa nos está invitando a que no nos preocupemos tanto por los regalos y los banquetes y a que más bien pensemos y ofrezcamos ayuda a las familias que están más necesitadas que nosotros o que soportan dificultades.

En momentos en que usted muy seguramente saldrá a correr a buscar el regalo para esta noche, deténgase y piense que no se trata de dar el licor más fino, la camisa más cara o el juguete más ostentoso. Los detalles son importantes, pero no lo son todo. Nada sacaría usted con ofrecer hoy el regalo más lujoso, si durante todo el año lo dedica a pelear, humillar y maltratar. Nada sacaría usted si esta noche se sienta a degustar los mejores platos, si sabe que en su familia existen integrantes que pasan por inmensas necesidades y usted no ha hecho nada por ayudar a solucionarlas. Muchas cosas se solucionan a veces con un mensaje de aliento.

La Navidad debe invitarnos a ser mejores personas, a ser mejores ciudadanos.

Feliz Navidad a todos los lectores de LA NACIÓN.