La Nación
EDITORIAL

El señor de la Fiscal

En tiempos de la inmediatez informativa, el uso de poderosas tecnologías y un nuevo marco de relaciones entre la ciudadanía y sus líderes, parece cada vez más difícil separar la delgada línea entre la vida pública de los poderosos y su ámbito privado e íntimo. En tiempos de la inmediatez informativa, el uso de poderosas tecnologías y un nuevo marco de relaciones entre la ciudadanía y sus líderes, parece cada vez más difícil separar la delgada línea entre la vida pública de los poderosos y su ámbito privado e íntimo. Es lo que está ocurriendo con la señora fiscal General de la Nación, Viviane Morales Hoyos y su relación marital con el polémico ex senador Carlos Alonso Lucio, desencadenando fuertes ataques de algunos sectores que consideran que la funcionaria, por esa situación sentimental, no tendría ni la independencia ni la probidad requeridas como máxima jefa de la investigación judicial. Paradójicamente las críticas más duras le han llegado a la señora Fiscal de algunas de sus congéneres periodistas. En tanto la vida privada, íntima, no interfiera ni se inmiscuya con las actuaciones públicas, la primera deberá ser respetada en toda su extensión, podría ser la postura elemental que rija en este tipo de discusiones. Pero no es tan fácil en tratándose, en este caso de la señora Fiscal, de una relación con otra persona de agitada y dilatada vida pública. Empero, y mientras no se demuestre que el señor Lucio influye en las decisiones de su cónyuge, prevalece el respeto a la vida privada de la funcionaria. En otra línea, de quienes defienden a la Fiscal, se afirma que este tipo de debates no se les formulan a los hombres públicos, no se les investiga y juzga por quién les habla o con quién duermen. Plantean que la cultura patriarcal – puesta de manifiesto en este asunto – desconoce la autoridad femenina al argumentar que las mujeres son incapaces de ser depositarias del poder, por lo cual la idea de autoridad y autonomía es atribuible sólo a los hombres. Seguramente sí, aún prevalece en la genética nacional un exceso de proteccionismo, acompañado de dosis de superioridad, de los hombres frente a las mujeres. Que la Fiscal haga su trabajo con inteligencia, autonomía e independencia, no sólo de su marido sino de los demás poderes y actores de la vida institucional del país, debería ser el punto central de la discusión. Juega contra ella, es innegable, el activo papel político que ha desempeñado el señor Lucio, sus controvertidos papeles en distintos escenarios pero, en gracia de discusión, eso es más historia que presente. Depende de él, un hombre reconocido como inteligente y hábil, no entorpecer ni convertirse en estorbo de su ocupada esposa. La situación, en todo caso, debe superar lo privado e íntimo de la funcionaria y encaminarse a que, como corresponde al servicio público, que todos seamos valorados por las capacidades individuales, desempeño y resultados, y no por prejuicios que suponíamos ya superados históricamente en este país del siglo XXI. Que sea mujer u hombre y con quién comparten la cobija es de su respetable fuero íntimo. “Que la Fiscal haga su trabajo con inteligencia, autonomía e independencia, no sólo de su marido sino de los demás poderes y actores de la vida institucional del país, debería ser el punto central de la discusión”. EDITORIALITO Muy bien que la Policía haya emprendido una campaña de sensibilización para prevenir el fleteo y la inseguridad bancaria. Las institituciones financieras tienen la obligación de adoptar las medidas al interior de las propias instituciones, donde, paradójicamente, se han reportado algunos robos.