La Nación
El trabajo es el secreto de la paz 1 25 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

El trabajo es el secreto de la paz

Froilán Casas Ortiz

En Colombia y en muchas partes del mundo se ha venido incrementando la cultura del asistencialismo social; esto va generando una forma de vida marcada por  la dependencia económica y social. Se va cultivando una mentalidad donde se conjuga el verbo pedir y se echa al cuarto de San Alejo, la cultura del verbo ofrecer. En el Japón, los sindicatos ofrecen alternativas, no piden dádivas. Ellos nos enseñan que el progreso llega cuando todos damos, cuando todos nos involucramos en el problema. Países como Haití, después de más de doscientos años de independencia, no ha querido salir del subdesarrollo, resultando el país más pobre de América y uno de los más pobres del mundo. Este país ha recibido ayuda en muchas oportunidades; allí se ha podido constatar la corrupción más descarada del mundo, nunca salen de la pobreza. Lo que nada nos cuesta, hagámoslo fiesta. Todo lo esperan y no quieren entender que el hombre debe ser sujeto de su propio desarrollo. Una buena parte de Europa quedó en la mayor postración después de la segunda guerra mundial: pobreza absoluta, hambre, terrible desempleo, buena parte de la población mutilada, etc. El plan Marshall no fue un subsidio a la mendicidad sino un subsidio a la productividad. En dos décadas Europa salió de la miseria a la prosperidad. En nuestro caso, con el terrible flagelo del COVID-19, que está afectando enormemente a la salud y no se diga a la economía, ¿qué hacer? Creo que el gobierno del Señor presidente Duque lo está haciendo bien; hace falta tomar decisiones más audaces. Hay que reactivar economía, porque si no nos mata el coronavirus, nos mata el hambre. Todos los apoyos  a la pequeña, mediana y aún a las grandes empresas para que generen más trabajo productivo, ¡bienvenidos! Hay que estimular la inversión, créditos blandos y disminución de impuestos. El emprendimiento debe ser una de las políticas banderas del gobierno. Por favor, no asfixiemos al productor, éste está generando empleo. No le metamos lucha de clases al emprendimiento. No clasifiquemos a la gente en estratos A, B o C. Todos necesitamos apoyo, todos vamos en la misma barca, o todos remamos o, todos nos hundimos. Nada de paros, todos a producir. El gobierno debe impulsar la economía sin vacilación, obviamente quienes más tienen, más tienen que aportar. Por favor, sin el trabajo mancomunado de todos, llegamos o la dictadura del proletariado o la dictadura de los oligopolios que explotan y expolian al indefenso: el pez grande se come al chico. La avaricia no tiene límite, en los de izquierda y en los de derecha. Por favor, que nadie se lave las manos. Evitemos los redentores y demagogos de turno: en río revuelto, ganancia de pescadores. Con frecuencia, quienes más cacarean justicia, mañana son los más vil tiranos. ¡Cuidado con los encantadores de serpientes!