La Nación
COLUMNISTAS

El voto o sufragio

Ya está comprobada la desidia de los colombianos que ha conllevado a que los puestos de mando del Estado queden en las pocas manos de los politiqueros. Si se lograra establecer el voto obligatorio, se alcanzaría un gran avance en materia electoral y se convertiría en eficaz mecanismo para hacer que los ciudadanos relacionados en el censo electoral cumplan con el deber impuesto por la misma carta política. Nuestros compatriotas no deben limitarse a criticar, cuando tienen en sus manos el sufragio, que es el arma más eficaz que otorga la democracia para escoger con acierto a sus representantes en los puestos de comando.

Es decir, es un mecanismo indispensable para que se expresen las fuerzas creadoras de un pueblo y se conozca el ritmo de sus aspiraciones y, además, para que al menos en algo, se purifiquen las costumbres políticas y se erradiquen las manipulaciones, las actividades ilícitas y las asociaciones para delinquir que han dado al traste con una buena parte de nuestra mal llamada democracia.

El voto es un derecho y un deber ciudadano. Esto no se cumple a cabalidad. En cada evento resulta un hecho alarmante que casi la mitad de los colombianos habilitados para sufragar no lo hacen, echando por la borda las posibilidades de participar en las decisiones democráticas, abriéndole el espacio a los manzanillos que mantienen sus clientelas y sus votos amarrados, para llegar a las posiciones de comando y a las corporaciones, con los resultados que ahora agitan el panorama político colombiano, con sus grandes secuelas de corrupción y despilfarro de los dineros oficiales.

Los colombianos comunes y corrientes, los que votan de manera independiente y espontánea, los que no tienen contratos con el gobierno, los ajenos a los grandes negociados, los que no dependen de ningún político, los que abominan de las “chuzadas, de las trincas o mangualas” y del burdo espionaje, los estudiantes, los profesionales, los empresarios, la clase trabajadora, los hombres y mujeres libres, se están pronunciando constantemente en las diferentes regiones del país, para que se cambien las malas costumbres en el ejercicio de la política.

Esta es la oportunidad que se le presenta al electorado para saber escoger a la persona que gobernará en el difícil y enredado período constitucional que comenzará el 7 de agosto de 2014.