La Nación
Ema Spa, otra historia que preocupa 2 28 marzo, 2024
INVESTIGACIÓN

Ema Spa, otra historia que preocupa

Ema Spa, otra historia que preocupa 8 28 marzo, 2024
Así lucen hoy los gluteos de la psicóloga neivana Norma Constanza Lozano.
Le ocurrió a Norma Constanza Lozano, psicóloga neivana. Visitó el centro de estética para reducir grasa de su cintura, pero terminó con sus glúteos destrozados. Lucha contra una bacteria que le da a los animales, la misma que padecen las otras tres víctimas que han denunciado sus casos a LA NACIÓN. Las historias se repiten. Las víctimas denuncian.

Se enteró por la prensa. LA NACIÓN reportó la amargura de la primera víctima de la médica neivana Ema Chávarro, quien dejó a Diana Ariza, una neivana, con heridas en las nalgas, con extraños morados, zonas rojas donde salen abscesos que estallan y sale pus. Luego la segunda, después vino la tercera afectada que contó a la luz pública lo ocurrido. Norma Constanza Lozano, psicóloga opita, se estremecía con cada lectura dominical. En cada frase, línea, se sentía identificada. A ella le ocurrió igual, pero sus heridas, según constató este periódico son más profundas. También quiso denunciar.
A Norma le hablaron de EMA Spa a comienzos de noviembre de 2013, casi la misma fecha que algunas de las otras mujeres afectadas. Quería destruir un gordo que sobresalía en su cintura. Visitó médicos especialistas en cirugía plástica, pero todos coincidían en que era mínimo, que no necesitaba intervenirse quirúrgicamente. Le recomendaban gimnasio.

Lo hizo


La mujer decidió denunciar después de conocer las historias de las otras víctimas.

Pero ella- como muchas mujeres- le huye al gimnasio, y prefirió visitar a Ema, donde le recomendaron algunas de sus amigas. Cuando llegó al establecimiento se descrestó. Los costos estaban por el suelo. Tenían una oferta. La cita: 20 mil pesos. “Me atendió la médica Ema Chávarro, me ofreció una máquina a láser, dijo que era la única que la tenía en Neiva y que provenía de Estados Unidos. Prometió que yo no sentiría dolor y no tenía necesidad de colocarme anestesia”, narró a LA NACIÓN Lozano.

A ella le pareció fácil, rápido. Y aceptó. La intervención le costó 1.800.000. Le harían la lipoinyección. “Las fajas, medicinas, postoperatorio ya salían por mi cuenta”, añade.

En Clínica todo es higiénico. Las chicas andan con tapabocas, y los títulos de médica general y cirujana de Ema Chávarro la tranquilizaron, aunque hoy ya se concientizó que le faltó inspeccionar el diploma de la especialización en cirugía plástica de la profesional de la salud que desde luego no lo tiene.

La intervención

El 14 de noviembre de 2013, después de juntar el dinero con el esposo y otros familiares, la psicóloga Lozano llegó hasta el centro médico.

La ingresaron a la Sala de Procedimientos (hoy sellada por la Secretaría de Salud Departamental porque no cumple con requisitos de habilitación) a las 2:00 de la tarde y la intervención terminó tres horas después.

Norma Constanza Lozano jamás pidió que le tocaran estéticamente las nalgas. Quería exclusivamente atacar un gordo en su cintura.

En la cirugía, Ema Chávarro le tomó las fotografías de rigor. Las mismas que le permiten al paciencia observar su antes y después. Y ahí, la médica le hizo la oferta a Constanza. “Oye, y tú no quieres aplicarte la grasita de tu cintura a la cola. Eso es sencillo, como la vamos a sacar no la desperdiciemos. Eso no va a doler, no tardamos. La verdad tienes la colita como un poquito caidita, sería bueno que la levantaras, quedarás espectacular”, dijo Emma a la paciente, según su testimonio.

A Lozano le sonó la idea, aunque siempre creyó que sus nalgas estaban bien puestas, en el lugar perfecto. No obstante, se sometió al procedimiento adicional. “Si la grasa no te pega, el mismo cuerpo la va a eliminar”, prometió Ema, quien pidió un millón más si quería que la operaran en la Clínica Belo Horizonte, en el suroriente de Neiva.

Resultado

“De la cirugía salí sedada, mareada. Así, fajada, me enviaron a mi casa”. Ocho días tardó su drenaje. Y luego vino el postoperatorio (masajes para seguir reduciendo).

“Yo veía que una nalga la tenía más grande, más hinchada que la otra. Le comentaba a la masajista y ella me decía que sí, era cierto, eso no era normal”.

Los glúteos se le fueron colocando rojos, cada vez más oscuros, aparecían manchas y Norma no podía sentarse. Lo hacía de lado, con mucha dificultad. “No le decía nada a nadie, menos a mi esposo. No quería problemas, además él me había dicho que no necesitaba hacerme nada”, expresa.

Aumentando…

Las nalgas siguieron aumentando de tamaño. En diciembre de 2013 fue al Spa de Ema y la médica le dijo que no era nada. “Le hace falta masajito, masajito para que la cola baje”, le dijo.

Norma Constanza retornó a donde la masajista y le pidió los masajes. Pero ella le dijo que no, que las nalgas no las tocaba porque habían sido intervenidas.

Después Emma recomendó antibiótico aplicado en las nalgas, pero a Norma le dio temor. Tenía herida su cola por los injertos y agregarle otro líquido no lo vio conveniente. No obstante, le aplicaron una inyección.

Luego, le recetó un antibiótico oral, pero las nalgas ya se le habían llenado de pus. Le hacían drenaje en el Spa, el líquido salía, pero las heridas continuaban. Era un círculo vicioso, una bacteria que no se eliminaba.

“Cuando me estrujaban yo lloraba del dolor. Es algo indescriptible”, expresa.

Lozano no aguantó su dolor. Las piernas se le durmieron, sentía calambres y retornó al Spa donde le introdujeron una sonda para extraerle el líquido, pero el dolor fue insoportable. Le generó dolor de cabeza, mareo. “Lloraba, me deprimí, sentía un desasosiego, quería morirme en ese momento. Tanto tiempo, tantos tratamientos y mi cola era cada vez peor”, recuerda.

Confesó

Ese día tomó su teléfono celular y llamó a su esposo. Le confesó lo ocurrido. Su intervención quirúrgica no había sido exitosa. Norma no podía caminar bien, tenían que ayudarle a bajar o subir escalera.

“Mi esposo le hizo reclamo a la médica, pero nunca dio una explicación clara de lo ocurrido. Respondió que era normal, que yo no me había cuidado”, narra Lozano a LA NACIÓN.

Buscó a un médico especialista en cirugía plástica en Neiva. “No tenía plata, tampoco seguridad social, pero le pedía al cirujano que me viera ya, que no quería morir, que luego yo le pagaba hasta el último peso”.

Le hicieron una resonancia magnética y detectaron que era una bacteria que estaba escondida debajo del músculo.

En el desespero buscó a otros cirujanos plásticos, a una radióloga intervencionista. Quería recuperarse rápido porque sus nalgas cada vez se ponían más duras.

“Me sacó una muestra de mis glúteos, y me dijo que no era normal. La llevamos al laboratorio, aunque yo sentía miedo, tenía tristeza, creía que podía morir. Finalmente me encontraron la bacteria Escherinchia Coli que normalmente vive en el intestino del hombre y de los animales y produce infección grave”, dice.

No quería morir

En casa le hicieron cadenas de oración, su padre, madre se sometieron en ayuno buscando que Dios protegiera a la mujer.

“Vendimos una moto y recolecté dinero para pagarle a un reconocido médico neivano que me dio una esperanza. Me dijo que ya tenía una paciente en igual condición, me contó que estaba hospitalizaba. No me dijo quién era. Él es prudente, pero sí me contó que la otra víctima estaba peor que yo”, precisó Lozano.

Ella se ha hecho exámenes, se ha tomado mil medicamentos, entre ellos, homeopáticos. En su familia todos le han invertido al regeneramiento de sus glúteos.

Hoy la mujer sigue en tratamiento. No está curada del todo. Sus nalgas- que inicialmente no buscaba intervenirse- siguen deterioradas. “Tengo huecos, necesariamente me tienen que hacer reconstrucción cuando me cure. Tengo la secuela de la grasa encapsulada. Eso me lo tienen que sacar”.

Otra cirugía

La psicóloga Lozano debe someterse a una última cirugía. Le abrirán sus glúteos, le examinarán en detalle la localización de la bacteria y procederán a extraérsela o eliminarla. La cirugía es riesgosa. Ella la ha retrasado. Tiene miedo de morir. Por esto, hoy exige una indemnización económica, al menos para practicarse los tratamientos médicos especializados y curarse.

El 12de noviembre, la psicóloga retornó a Ema Spa y dice que encontró que hasta esa fecha seguían practicando los mismos procedimientos que le hicieron a ella, a Diana Ariza, a Karen, y a otra chica más y cuyos casos ha venido denunciando LA NACIÓN. La médica sigue sin responder.

“Eso se convirtió en un problema de negocio”

Lo dice Julio Guzmán, asesor Jurídico de la Sociedad de Cirugía Plástica Colombiana a quien consultó LA NACIÓN.

Ema Spa, otra historia que preocupa 9 28 marzo, 2024

Julio Guzmán, asesor Jurídico de
la Sociedad de Cirugía Plástica
Colombiana.

-¿Por qué los médicos generales quieren ser especialistas en cirugía plástica, operan en sus consultorios y ya hay víctimas de sus irregulares procedimientos?
Es un tema que no solo ocurre en Neiva. Tiene alcance nacional, pasa específicamente por la condición de que los procedimientos de carácter estéticos no están excluidos del Plan Obligatorio de Salud (POS). Al no tener una regulación tarifaria regulada por el Estado se convierten en eventos altamente atractivos para un segmento importante de personas no solo médicos, en muchos casos ni siquiera profesionales de salud que ven la opción de hacer negocio. Ocurre que se comienza a ofrecer una serie de servicios sin tener la idoneidad y sin tener la infraestructura para hacerlo. Y eso genera grandes riesgos para la salud de los pacientes.

-¿Legalmente un médico general puede hacer liposucciones, procedimientos invasivos estéticos en su consultorio?
La respuesta absoluta es no. Un médico puede hacer aquello para lo cual cuente con una habilitación. Las autoridades territoriales (Secretaría de Salud Departamental) son las competentes para autorizar quién puede hacer una intervención o procedimiento dependiendo la idoneidad que muestre. Cuando alguien vaya a practicarse una cirugía debe preguntar por un instintivo, un cartón con una estrella que dice cirugía plástica, medicina general o el servicio que se preste. Ese es el certificado de habilitación.

¿Por qué estos negocios siguen funcionando, pese a las denuncias. Los médicos siguen como si nada?
Quien debe ordenar los cierres de los establecimientos es la Secretaría de Salud Departamental porque este no es un proceso civil ni penal sino administrativo. Quien esté afectado debe primero colocar la queja ante la Secretaría de Salud porque esa entidad es la que entrega los certificados de habilitación y en dicha dependencia tomarán los correctivos. Lo importante es decirle a la gente que hay que prevenir. Sospeche cuando encuentre algo excesivamente fuera de los costos del mercado, sospeche cuando no vea un distintivo de habilitación, sospeche cuando le ofrecen cosas con nombres sospechosos que nada tienen que ver con la cirugía, sospeche cuando un médico no tenga un título de idoneidad detrás del sitio donde atiende. Todo esto debe generarle dudas al paciente. Revise si realmente es cirujano plástico, consulte en la página web de la Sociedades Científicas Médicas, miren a ver si el médico pertenece a alguna de las organizaciones de cirugía plástica reconocidas en el país. Desafortunadamente esto se ha convertido en un problema de mercado. La gente quiere hacerse grandes procedimientos con poco dinero, y eso no puede darse. Hacer una cirugía de aumento de mama o lipoescultura en un consultorio, no tiene ninguna lógica. Para eso se requiere una clínica, un anestesiólogo, un médico especialista idóneo.