Cecilia López Montaño
Produce verdadera frustración comprobar que en nuestro país no solo es casi imposible que las cosas se hagan bien, sino que siempre surge la trampa y ahora, el supuesto error humano. Acaban de descubrir que en Bogotá se colaron mas de 360 personas que no debían aun ser vacunadas en el proceso que debería solo atender personas mayores. Nadie se dio cuenta sino cuando ya este hecho era una realidad. Cuantas personas con ese derecho y lo mas grave, con mayor riesgo no solo de contraer la enfermedad sino de morir, fueron desplazadas por estos avivatos con el beneplácito de los responsables. ¿Les pasará algo a estos funcionarios? Tengan la seguridad de que no porque sus jefes encontrarán la excusa perfecta.
El otro caso que ya se volvió tendencia es la aplicación de vacunas con jeringas vacías. El último episodio que acaba de ser reportado en Barranquilla ya fue calificado como error humano. Cuantos errores humanos van ya en este país siendo las víctimas en la mayoría de los casos adultos mayores que son los que están en línea en estos momentos para recibir las vacunas. Si de verdad todos estos casos fueran fallas inconscientes, sería necesario prender luces rojas y llamar a cuentas al ministerio de salud porque esto implica necesariamente que el personal no estaba suficientemente preparado para ejercer esta labor. No pueden con la carga, no están entrenados para esta tarea, no resisten la presión de vacunar tanta gente. Es decir, improvisaron en semejante tarea tan compleja y de tanta responsabilidad porque se trata de salud y vidas.
La otra posibilidad es igual o peor. No hay vigilancia necesaria y se están robando vacunas para ponérselas a familiares o para venderlas, de pronto a sus mismos jefes. Mal pensados, sí porque desafortunadamente van muchos errores humanos para ser tan humanos. Lo doloroso es que estamos acostumbrados a hacer las cosas mal y a que no pase nada. No solo las enfermeras o quienes aplican las vacunas sino sus jefes debe poner la cara y aclararle al país por qué son tan comunes los errores humanos en la aplicación de las vacunas de los adultos mayores.
Pero no, todo el mundo callado mientras aumentan los contagios y ciudades como Santa Marta están con luces rojas; Barranquilla aunque no lo quiera reconocer está muy cerca de niveles peligrosos de contagios y muertes. Pero viva la fiesta de la Asamblea del BID, las bandas y el carnaval. Ojo con el folclor porque el proceso de vacunación va muy lento y además no asegura el control de la pandemia como se observa en países como Chile. Si se relajan las medidas el costo es aun mayor. Y si a esto se suman las trampas y estos errores humanos que entre el diablo y escoja. Una jeringa vacía más y otros colados, obligan a pedirle cuentas a los responsables y a exigirle al Ministro de Salud que se supone que se las sabe todas, a que actúe en consecuencia. No podemos tomar tan alegremente que somos un país de tramposos porque no lo somos sino que no le pasa nada a los que juegan con eso.