Errores que se pagan caro

Por: Píter Bonilla Díaz 

Con la inoportuna presentación por parte del Gobierno de la reforma tributaria. (Se necesita, pero gravando a los adinerados y favoreciendo a los estratos uno hasta el tres), se hubieran podido recaudar buena parte de dinero para los distintos sectores sociales que lo requieren, con las reformas que expondré más adelante.

Pero se le olvidó al presidente Iván Duque Márquez, cuando le dio la oportunidad a Gustavo Petro Urrego, de cumplir con su anuncio el mismo día de la posesión del Mandatario, que le haría oposición desde las calles. Por supuesto que no dijo cómo.

Otro gallo le hubiera cantado al Jefe del Ejecutivo, haber convocado a un referendo popular para reducir a la mitad el Congreso de la República, como lo ha propuesto el Centro Democrático. Lo mismo que los sueldos de los legisladores de manera sustancial. Mermar considerablemente el número de los politizados zánganos magistrados de las Cortes y por supuesto la mamerto-fariana JEP, todas con su enorme burocracia. Fue uno de los propósitos que se llevó a la tumba el extinto siempre gratamente recordado Herbin Hoyos Medina.

Conociendo el Mandatario la condición humana del ex guerrillero  que mentalmente no se ha desmovilizado, cómo es que tercamente sostiene la tributaria con su ministro Carrasquilla, como una absurda provocación. Máxime cuando la dirigencia de FECODE con la de las Centrales Obreras, de la misma calaña de Petro, y que devengan mucho más que los parlamentarios, habían hecho igual amenaza.

El Presidente, tal vez por su exceso de tolerancia, o de pueril inocencia; de falta de verraquera y hasta de desconocimiento de la facultad que le confiere la Constitución de ser el Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas para imponer la salvaguarda ciudadana, dejó crecer la permanente citación de las marchas. Convertidas en una demencial guerra no declarada, jamás registrada en Colombia. Ni en la época de la violencia entre liberales y conservadores de mediados del siglo pasado se había presentado semejante infierno.

Desastre que deben pagar penal y pecuniariamente los auspiciadores del paro. La persistencia declaratoria de esta escalada de marchas, dizque pacíficas, no es gratis. Ni menos para defender los intereses de los compatriotas. Se sabe, que no solo son financiadas por narcotraficantes, sino que están infiltradas por la subversión.

Luego, como Gustavo Petro y sus secuaces están cumpliendo con adelantar la oposición incendiaria y destructora, la respuesta debe ser con caracterizada autoridad para imponer el orden público. Igualmente en los estrados judiciales. Y sin ninguna contemplación. En lo posible donde no sean administrados por funcionarios comunistas. Deben responder por los destrozos materiales. También por las inmensas pérdidas económicas causadas al sector comercial. Además por las molestias del aislamiento colectivo ante la obstrucción de vías, que trae escasez y el encarecimiento de todo. Igualmente por los muertos.  Desde bebés, civiles  y policías. Más los incontables heridos.

Se ha tenido conocimiento que los protagonistas materiales de este satánico desastre, aparte de recibir dinero. Dicen que les dan $70 mil per cápita siempre que los mandan a destruir para que lo hagan drogados. No de otra manera se explica la piromanía en edificios públicos y de paso en edificaciones aledañas. Al estilo de la toma a fuego y sangre del Palacio de Justicia hace décadas, por parte del M-19. Agrupación asesina que integró Petro Urrego.

O de la pretensión que tuvieron unos bárbaros en Cajamarca de cerrarle el paso a un carro cisterna, que como se sabe transporta gasolina. Para luego destapar el tanque y divertirse viendo derramar el combustible a chorros calle abajo. Seguramente para después prenderle candela y como es de imaginar calcinar a toda la población. Por suerte la policía actuó de inmediato y evitó que ocurriera lo que parecía una tragedia de imprevisible magnitud.

Y lo último hasta el jueves cuando escribo esto. Un grupo de chusmeros interceptó un vehículo policial entre Cali y Palmira, para después hacer descender a los agentes; incendiar el automotor y torturarlos. Se disponían a comprar víveres  para sus compañeros que prestan vigilancia en la zona. Igual hecho se perpetró en otro lugar del Valle del Cauca.

Y qué tal lo ocurrido con las ambulancias que transportaban enfermos de urgencia. Lo mismo acaeció  con las máquinas de bomberos cuando  impidieron su inmediata atención para apagar los incendios provocados por los pirómanos.

Nada de toda esta terrible violencia es observada y menos  condenada por los tales Derechos Humanos y las ONG. Claro que si un policía le pega un bolillazo a un delincuente de estos en flagrancia, su “audacia” lo conduce a pagar hasta  las últimas consecuencias. Derechos Humanos que no se aplican en los regímenes comunistas donde la oposición es víctima de la más cruel y despiadada arremetida. Por ejemplo, con los tanques de agua, echándolos encima los inermes manifestantes. Y la acción criminal de los francotiradores que disparan indiscriminadamente contra los protestantes.

Por todo esto, es que especialmente a Petro, si no le cabe la justicia, que por lo general es comunista, pagará  de manera contundente su monumental error en las urnas. Se refleja en las gigantescas marchas del silencio que han recorrido las principales ciudades del país para rechazar el taponamiento de vías que ocasiona hambre y miseria, y el terrorismo urbano.

En el Huila, para citar el caso de la amada tierruca, está notificado que no tiene nada que esperar electoral ni personalmente por indeseable. Se acordarán.

 

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