Lo que empezó hace unos años como una gran esperanza para mejorar la calidad de vida de los colombianos, con los Planes Departamentales de Agua, se ha convertido en una gran frustración institucional. Lo que empezó hace unos años como una gran esperanza para mejorar la calidad de vida de los colombianos, con los Planes Departamentales de Agua, se ha convertido en una gran frustración institucional. Escuchar al Ministro de Vivienda, Germán Vargas Lleras, a la contralora General, Sandra Morelli y al superintendente de Servicios Públicos, César González Muñoz, en el debate que se dio al tema en el Congreso de la República da grima. Los PDA se convirtieron en unos grandes pulpos llenos de falencias en su concepción y desarrollo. Considero que la esencia estaba bien inspirada; el hecho de dar orden a la inversión en agua potable y saneamiento básico era una buena carta de presentación y se suponía que las obras apuntarían a resolver los problemas más críticos en este sector. Sin embargo, en el desarrollo de los Planes se comenzaron a evidenciar diversas anormalidades que han afectado su normal ejecución. Una de ellas empezó con una consultoría, contratada por el Ministerio, que hizo un diagnóstico a “control remoto” y cuyo resultado dejó tremendas falencias en la formulación de las necesidades. Luego vino el tema del Fondo de Inversión del Agua (FIA), el cual se creó para canalizar los recursos que irían a una misma bolsa pero se convirtió en otro problema porque los costos de administración fiduciaria son altos y hay demoras en la asignación de recursos. Esto para mencionar solo dos fallas. Y ni qué decir de las investigaciones abiertas en la Contraloría por los PDA; la Contralora mencionó departamento por departamento con un balance preocupante. Lo importante aquí es buscar prontas soluciones. Vargas Lleras se comprometió a eliminar tantos trámites para la presentación de proyectos en la ventanilla única, y pasar de 14 procesos a solo 6. El encargo fiduciario, el cual no ha cumplido su propósito, se revisará porque amerita una reforma legal que necesariamente debe pasar por el Congreso, a lo cual está dispuesto el Gobierno. Hay cientos de proyectos en todo el país esperando, desde hace algunos años, la asignación de recursos; desafortunadamente los proyectos van perdiendo vigencia, lo cual genera otro problema en su ejecución porque cuando se empiece la obra ya la necesidad habrá aumentado y el presupuesto requiere adición. Lo fundamental es que se aplique una reingeniería a los Planes Departamentales de Agua, con concertación interinstitucional, eliminando trámites inoficiosos y definiendo tiempos específicos, para que las comunidades vuelvan a tener ilusión de mejorar sus condiciones de vida.