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‘Este país reclama verdad y memoria’ 3 28 marzo, 2024
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‘Este país reclama verdad y memoria’

‘Este país reclama verdad y memoria’ 9 28 marzo, 2024
Gonzalo Sánchez Gómez, Director General del Centro Nacional de Memoria Histórica dice que el tema de la Memoria, propuesto por las víctimas, se metió de tal manera en este país, que ya no tiene regreso.

Esta semana se celebra la ‘Semana por la Memoria’ cuya finalidad es recordar a la gran cantidad de víctimas que ha dejado el conflicto armado colombiano. Neiva es una de las seis ciudades del país escogidas para dicha conmemoración.

La entidad encargada de la organización es el Centro de Memoria Histórica, un organismo del orden nacional dedicado a reconstruir la historia del conflicto. Hablamos con su director sobre el documento ‘Basta Ya’, la paz en Colombia y de las víctimas.

¿Cuál es la importancia del Centro Memoria Histórica en esta coyuntura del proceso de paz que está viviendo el país?

Lo primero es que el Centro es parte de la gran estructura de la ley de víctimas y de restitución de tierras, es decir es un mecanismo institucional diseñado en este país, para prepararse para el tema de la negociación, de la reparación, y para el tema de la verdad. El tema de la memoria se metió en este país ya, y no tiene regreso. Las víctimas lo pusieron, no la ley. La ley lo que hace es recoger, sancionar, formalizar un proceso social en marcha, y potenciarlo.

¿Cómo surgió la idea del Centro de Memoria Histórica?

Fue en la Comisión Nacional de Reparación dentro de la cual se creó o se llamó el Grupo de Memoria Histórica. Lo primero fue que tuvimos que desafiar una especie de verdad consagrada cual era que no se puede hacer memoria en medio del conflicto. Para nosotros fue un reto muy grande asumirlo y creo que de alguna manera, atravesamos ese desierto. Las mismas comunidades fueron dando las respuestas, uno de los sellos que quedó es precisamente que la sociedad no solamente estaba preparada, sino que es una sociedad reclamante de verdad y de memoria en medio del conflicto con todos los riesgos que ello implica.

¿Y en esa necesidad de la verdad qué tan fácil ha sido que las víctimas cuenten y destapen su dolor?

No ha sido fácil. En primer lugar, ellos dicen en público una verdad, cuando están rodeados todavía de peligros, sus propios victimarios. Están sufriendo un riesgo muy grande. Lo novedoso creo y lo valeroso también de esta sociedad, estas organizaciones, estas víctimas, es que estamos asumiendo el riesgo. Tenemos que jugar con nuestros testimonios haciendo una apuesta de futuro. Vamos a contar, a riesgo de nuestra propia vida, para salvar otras vidas.

¿Eso quiere decir que ustedes van a seguir recogiendo relatos? ¿Por cuánto tiempo más?

Créame, difícil poner los tiempos… La ley de víctimas tiene una temporalidad de 10 años, pero esa temporalidad está muy relacionada con las entidades que han surgido de la ley, como la Unidad de Reparación o como la Unidad de Tierras, pero es difícil uno decir que la tarea de la memoria se agota en 10 años… yo creo que en este país, la demanda de la memoria va a seguir creciendo.

¿De qué manera?

Un elemento dentro de las tareas del Centro de Memoria Histórica que rompe un poco con esta idea de una temporalidad muy fija, es la tarea propia de redactar un texto, un texto arquitectónico, para que la sociedad siga contando y recordando allí. Estamos en un proceso en el cual, la memoria es objeto de un gran debate, y ese debate no se cierra, ni el día posterior de la negociaciones, ni en 20 minutos, es un debate totalmente abierto porque que la memoria es debate, es polémica, es controversial. Por lo tanto tendrá que seguir marchando en la sociedad.

¿Cómo han imaginado el Museo de Memoria Histórica?

Nosotros pensamos el museo como cabeza simbólica, pero también física, ubicable espacialmente en Bogotá. Lo imaginamos casi con todos los componentes que tendría un museo de Centro Histórico, un lugar de documentación histórica, de derechos humanos, con unas tareas de investigación permanente. Que recoja todo ese trabajo de iniciativas de memorias que se han venido trabajando en todo el país. El museo entonces tiene que alimentarse de iniciativas locales, regionales, de museos, de monumentos. Para nosotros el Museo Nacional de la Memoria no es un edificio que se cierra, que albergue allí una cosa construida, acabada, sino también tiene que ser pensado como un texto abierto en el cual seguramente tendremos unas líneas interpretativas de la historia del conflicto, pero también tendrá unas líneas móviles donde la región esté presente, los indígenas, las mujeres… el museo tiene que ser tremendamente dinámico.

¿Por qué el Huila siendo una región marcada por la violencia del conflicto armado no fue fuente en el estudio del documento “Basta ya”?

Francamente respetando todo lo que pueda justificar el reclamo, ese mismo reclamo me lo hacen todas las regiones. La necesidad de memoria, la forma como el conflicto ha permeado a todas estas sociedades hace que todos reclamen. Hay muchas ausencias y somos muy conscientes de las ausencias de las regiones. Es entendible pero es imposible para nosotros abordarlo todo. Sin embargo, hay trabajos que están cubriendo zonas fronterizas con el Caquetá y con Huila. El camino está abierto porque es un camino que no tiene fin éste de la construcción de la memoria.

El documento “Basta ya” es una verdad construida por el Estado. ¿Qué tan creíble es?

No sé qué tan construida por el Estado… Se inició bajo la necesidad de que ese trabajo tuviera mucha autonomía frente al propio Estado a pesar de que sí era alimentado, movido e impulsado por el Estado. Obviamente lo entregamos desde el lugar estatal que es el Centro de Memoria pero parte del reconocimiento que no habrá memoria oficial en este país. Eso está escrito en la ley. Porque una verdad oficial no es una verdad creíble, ni justa, ni completa. Esto es un escenario de múltiples memorias en conflicto, es decir, no son memorias negociadas todavía, son memorias en conflicto abierto, que tienen su legítimo derecho a estar ahí y ser reconocidas como tales. Entonces “Basta ya”, nosotros y el Presidente lo hemos insistido: es un informe, un elemento que contribuye al esclarecimiento de la producción de la nueva ley pero no es un documento exclusivo.

¿Qué es lo más importante para usted del Basta ya?

Lo más importante del “Basta ya” es que creó una conciencia pública, independientemente de todo los cuestionamientos que se le pueden hacer, de las dimensiones y de la profundidad que había adquirido el conflicto, a tal punto que la sensación de la gente cuando lo lee hoy es como de terror, como de espanto, como decir caramba, ¿esto había pasado? Entonces yo creo que lo más importante es la toma de conciencia nacional de lo que ha pasado en el país.

Y ese documento ¿en qué forma va a contribuir al Postconflicto?

Bueno, yo creo que ya está puesto como un elemento, por lo menos de la escena misma de las negociaciones. Es un documento que, mire usted, inicialmente tuvo un rechazo por parte de la propia guerrilla de las Farc, y después de manera contradictoria dijo: ‘es un informe importante, es un informe incompleto, hay que completarlo’. Me parece válido. Yo le diría que el informe de hecho ya está siendo un elemento importante, y con seguridad va a contribuir en la construcción de un imaginario de sociedad postconflicto en el sentido de que van a pasar los años y la sociedad va a sentir que fue un pulso muy fuerte a la satisfacción de esa necesidad de verdad y de memoria que existía en el país.

¿El Centro de Memoria no es un ente muy centralizado para tanta memoria que hay en el país?

Sí, claro, para nosotros es una limitación muy grande una sola oficina en Bogotá. Estamos orientando nuestro trabajo a la construcción de procesos de memoria más regionales pero, entiendo su pregunta, creo que tenemos una estructura muy nacional cuando las dinámicas precisamente del conflicto en este país son profundamente regionalizadas y localizadas. Estamos tratando de tener una estructura mínima de atención de cercanía con esos procesos locales, sino queda muy difícil decir que el país se siente representando allí, se siente escuchado allí, se siente escrito allí, se siente dibujado allí.

Según su opinión, ¿cuáles son los elementos fundamentales para alcanzar la paz en Colombia?

Ya están dichos de alguna manera formalizada en ese expresión ritual de ‘verdad justicia y reparación’, pero agregaría que para que haya verdad y paz en este país, se requiere, primero una conciencia pública social de las dimensiones de lo que ha pasado, y de la necesidad de ponerle fin. En segundo lugar, este es un país profundamente regionalizado, la paz tiene que asumirse como un compromiso también de las regiones, no puede ser una construcción solamente en Bogotá, de los grandes actores de la política, hay que construirle base regional. En tercer lugar, yo diría que la paz necesita que quienes fueron víctimas se sientan interpretadas y reconocidas. Debe haber por lo menos el máximo de verdad que todos aspiramos. Las víctimas a veces no piden la justicia total, pero lo que sí quieren saber mínimo, es la verdad.

¿Cuántos años tardaremos en reponernos de tanta violencia?

Muy difícil. A veces estos procesos realmente son muy dolorosos, tienen raíces muy profundas y necesitan procesos demasiado largos. Mire lo que ha pasado con los procesos de negociaciones anteriores. Este es un país que todavía no ha perdonado a mucha de la gente del M-19, piense usted en Navarro, en Petro, hay sectores de la sociedad que no los han perdonado, que están claramente en la otra orilla, llevamos más de 20 años y no se les ha perdonado. ¿Qué va a pasar con los de hoy? Cuando esto se ha ido prolongando, y cuando también las reacciones de la sociedad son producibles en muchos sentidos. También ha existido una construcción muy profunda del odio como elemento organizador de la política… desmontar esos odios para volver a encontrarse con el otro, lleva su tiempo.

¿Y la indiferencia qué papel juega?

Quizás la enorme prolongación del conflicto ha llevado que la gente lo incorpore a su cotidianidad y está ahí al lado… mientras no me toque a mí directamente… dejémoslo ahí… La violencia se volvió como un elemento administrable de la cotidianidad de las personas, de las colectividades y también de la economía del país. Eso produce unos daños, unas limitaciones al desarrollo pero son controlables. El grueso de la sociedad puede seguir caminando… Cuando uno ve las dimensiones de frente que ha generado esa indiferencia, uno lo que dice es ¿cómo es posible frente a estas dimensiones se haya mantenido esta indiferencia? No hay que culpar a la gente. De pronto mucha gente necesita protegerse y la manera de hacerlo es darle la espalda a la realidad. No es porque sean personas insensibles frente al dolor, muchas es porque no soportan ver tanto dolor y escogen cerrar los ojos. Yo creo que finalmente lo que queda después de uno ver lo que pasa a través del ‘Basta Ya’ es que dar la espalda y cerrar los ojos tal vez no sea la mejor manera de enfrentar.

¿Por qué conmemorar la Semana de la Memoria?

Es crear un espacio de convocatoria nacional, de llamado a la Nación a reflexionar, precisamente pensar esto que acabamos de decir. Es un lugar que se crea simbólico para que todos nos sintamos interpelados por lo que ha pasado pero sobre todo para que aquellos que no puedan hablar todos los días o no son escuchados todos los días, tengan esa plataforma para hablar. Es dar la mano a esos adoloridos que son millones en este país, pero también es generar el espacio para que otros puedan interpelar al país y hablar a través de nosotros.

¿Cómo ve usted a Colombia en el post conflicto?

Carambas, yo creo que va a ser un país extremadamente dinámico, es de por sí un país muy creativo. Esa capacidad y energía que tiene este país, puestas al servicio de otras cosas que no son la violencia, sino las de inventarse así mismo, pensar en otros retos que hoy nos plantean la sociedad que quizás la misma violencia no nos ha dejado pensar… tenemos unos retos enormes frente a la pobreza, esta sociedad es demasiado desigual. Colombia tiene que plantearse nuevos retos y nuevas posibilidades frente a lo que tiene, sabemos que hay temas en la agenda internacional como el del medio ambiente, esos son desafíos que no estamos afrontando. La guerra es un elemento de destrucción enorme de humanidad no solamente de nosotros, y yo creo que el poder tener resuelto el conflicto nos puede dar muchas más alas, para volar mucho más lejos.

“Para que logremos la paz debe haber por lo menos el máximo de verdad que todos aspiramos. Las víctimas a veces no piden la justicia total, pero lo que sí quieren saber mínimo, es la verdad”

“Ha existido una construcción muy profunda del odio como elemento organizador de la política… desmontar esos odios para volver a encontrarse con el otro, lleva su tiempo”.

“No hay que culpar a la gente. De pronto mucha gente, necesita protegerse y la manera de hacerlo es darle la espalda a la realidad. No es porque sean personas insensibles frente al dolor, muchas es porque no soportan ver tanto dolor y escogen cerrar los ojos…” 

‘Este país reclama verdad y memoria’ 10 28 marzo, 2024