La Nación
EDITORIAL

Altamira

Lo que le está pasando, y pasará, al municipio de Altamira debe provocar desde ya una atención de urgencia por parte del gobierno departamental, de la Asamblea y nuestros congresistas, en aras de que no se generen mayores traumatismos que los que ya padece por obra y gracia de la inhabilidad de su alcalde electo, Luis Eduardo Soto, el advenimiento de un proceso electoral atípico – costoso y engorroso – y la caótica y dolorosa situación de su ESE Municipal, con el hospital casi cerrado y sus habitantes sin siquiera servicio de urgencias.

El panorama descrito ayer por LA NACIÓN, desde los puntos de vista político, administrativo y social es realmente deprimente para una población de apenas cuatro mil habitantes, eje vial del sur del país, donde se produce uno de los símbolos del Huila, el bizcocho de achira y se disfruta un excelente clima. Ni Altamira ni ningún municipio se merece esta suerte, resultado de la corrupción, el clientelismo, la desidia, la improvisación, negligencia y, por supuesto, la decisión equivocada de sus ciudadanos al elegir una y otra vez a personajes non sanctos como los que han tomado las riendas del pueblo en los recientes años.

El cuadro es triste para los altamireños: el Alcalde – desde esta semana ex alcalde – estará encerrado en su casa cinco años, el hospital cerró sus puertas y no han podido conseguir Gerente porque nadie se le quiere medir a ese “chicharrón” que quema. De entrada, a quien acepte le esperarán 13 órdenes de arresto por desacato. De esos héroes no existen. Y vendrá la elección atípica, en la que nos gastaremos una gruesa suma del presupuesto para lo que será una pobre votación – como todas las atípicas – y escoger a un nuevo mandatario con menos de mil votos.

Ahí están tres de sus recientes alcaldes que han quedado por fuera del cargo antes de terminar sus períodos por sentencias judiciales y procesos disciplinarios, todo ello como consecuencia de administrar erradamente un pírrico presupuesto de apenas 3 mil millones de pesos anuales, es decir igual a los activos de lo que se considera pequeña empresa en el país, que debe estar máximo sobre 5 mil salarios mínimos mensuales.

Altamira, elevado a Municipio el 18 de octubre de1855 por la legislatura provincial de Neiva, con sus calles empedradas y casas señoriales que reflejan lo que fue el asiento de familias españolas hasta el siglo XIX, está en crisis, requiere medidas urgentes y un acompañamiento permanente del Gobernador y demás líderes regionales. Se va el Alcalde, nombrarán un encargado y se convocará a elección atípica; no hay Gerente del hospital y del hospital ya casi nada queda, ni siquiera su servicio de urgencias que es lo elemental que debe tener un centro de asistencia en salud. Los altamireños se merecen una mejor suerte pero, en todos los casos, son ellos mismos los que decidirán ese inmediato futuro. Que escojan bien, no se equivoquen de nuevo porque también son los únicos responsables y destinatarios de lo bueno o malo que pase con su pueblo.

“Los altamireños se merecen una mejor suerte pero, en todos los casos, son ellos mismos los que decidirán ese inmediato futuro”.

Editorialito

Increíble. El alcalde de Garzón Delio González terminó unilateralmente un comodato con la emisora de interés público Sabambú porque formularon algunas críticas. Un alto grado de intolerancia que se suma a otros actos de persecución contra la prensa. ¿No hay quien frene tanto atropello?