La Nación
Clientelismo: oxígeno de la política tradicional 1 19 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Clientelismo: oxígeno de la política tradicional

La renuncia protocolaria exigida por Gustavo Petro al presidente del Fondo Nacional del Ahorro y a varios funcionarios del Ministerio de Educación por repartir puestos entre congresistas liberales, ratifica una vez más que la práctica del clientelismo sigue vigente y que su eliminación implicaría un cambio radical en la concepción del ejercicio de la política.

El clientelismo es una vieja práctica –no exclusiva de Colombia- mediante la cual, un funcionario otorga favores o situaciones de privilegio a otra persona a cambio de su apoyo político y electoral.

Las relaciones clientelares se convierten en una de las formas más sencillas y comunes de corrupción política, debido a que quien pide hojas de vida a los miembros de corporaciones públicas (como congresistas, diputados o concejales), lo hace con el fin personal de buscar la permanencia en un cargo –normalmente de libre nombramiento-, o como agradecimiento por su llegada al puesto.

Esta práctica ha estado presente en el escenario nacional y al parecer, su erradicación no es tarea fácil, debido a que las situaciones de privilegio son inherentes a la naturaleza humana.

En nuestro medio es muy común escuchar el reparto burocrático de las entidades, instituciones y dependencias gubernamentales entre los políticos –más en época preelectoral-, con el fin de que estos coloquen sus fichas clientelares en puestos de confianza, o mediante la figura de los contratos de prestación de servicios, lo cual ayudaría a su llegada al poder.

Para combatir el clientelismo se requiere en primer lugar voluntad política para realizar drásticas reformas a la administración pública que debería regirse por estrictos criterios técnicos y de mérito, más no políticos. Igualmente es indispensable el debate público en torno al empleo público, mayor comunicación sobre las vacantes existentes y más transparencia en las vinculaciones.

Por último, es indispensable que la vigilancia sea eficaz por parte de los órganos de control y no esperar a que la intervención ciudadana o el ejercicio periodístico sea quien realice este tipo de denuncias.