La Nación
OPINIÓN

Libertad

“Yo no te pido que me bajes una estrella azul/Sólo te pido que mi espacio llenes con tu luz”
Mario Benedetti-Pablo Milanés
 
Hoy está casi ausente la luz de la libertad en el mundo, sólo vagamos en la noche oscura de la libertad de mercado.

Es la cárcel del presente eterno, pues el pasado y el futuro han dejado de existir. El capitalismo globalizado ha concluido casi del todo la conquista del espacio y ahora se dirige hacia la fragmentación del tiempo, reemplazando el tiempo de la historia por lo fugaz del tiempo real. Lo cual significa, en el contexto de la condición posmoderna, el abandono del futuro como proyecto, la pérdida de interés por el pasado y el enclaustramiento de la existencia en una actualidad sin fin. Y está en relación con las tesis de Francis Fukuyama en El fin de la historia y el último hombre, defensa filosófica a ultranza del capitalismo globalizado con administración neoliberal.   

El concepto de libertad, en especial a nivel del individuo, presupone la libertad de elegir, basada en disponer de elementos de juicio que lleven a la elección, lo que a su vez exige contar con el conocimiento necesario acerca de tales elementos de juicio, y con una inteligencia adecuada para valorarlos y reflexionar sobre la conveniencia de la elección. Esto permite determinar el ejercicio de la libertad en el marco de los límites de índole natural y moral que la circunscriben.

Sin embargo los pontífices del Neoliberalismo, Milton y Rose Friedman, reducen el concepto de libertad sólo al plano económico en su libro Libertad de elegir, cuando defienden los principios del libre mercado y su idea del “individuo independiente”. Aquí, como trasfondo, están los siguientes planteamientos: el Estado no debe intervenir en la orientación de la economía, pues esto pasa a ser función del mercado; el Estado no debe interesarse en lo social, porque esto sólo lleva a su ruina; y el Estado no debe inmiscuirse en manera alguna en la realización de los intereses individuales. Los Friedman exigieron libertad, pero jamás les incomodó la imposición autoritaria y a sangre y fuego de sus ideas en el Chile de Pinochet.

El resultado de la imposición del libre mercado ha sido una escandalosa concentración de la riqueza, las privatizaciones sin control democrático, el empobrecimiento generalizado de la población mundial, la eliminación de los subsidios sociales, la ruina de los sistemas de salud y saneamiento básico, un desempleo galopante, el consumismo desenfrenado, y los abusos del sector financiero y de multinacionales depredadoras del medio ambiente que desplazan poblaciones enteras y destruyen naturaleza y proyectos de vida. En resumen, una neoesclavitud contemporánea que condena a las gentes a las mazmorras de la miseria, y a los neoesclavistas mismos a vivir atrapados por las rejas de su egoísmo generador de soledad y depresión. Es el hombre al servicio del mercado y no el mercado al servicio del hombre.

Es la libertad de actuación de las leyes del mercado -o “mano invisible” de que hablara Adam Smith en su libro de 1776, La riqueza de las naciones- que ahora se nos presenta como la gran novedad. Pero no hay que tragar entero y hay que aprender a ver, pues como escribió el economista Daniel Ben Said en Marx intempestivo. Grandezas y miserias de una aventura crítica, “Para que la mano siga siendo invisible, es preciso que el ojo sea ciego.” La luz del entender y del comprender será la estrella que nos conduzca a otro mundo posible donde la libertad del ser humano esté arraigada en  la paz, la solidaridad y el amor, y no en las cadenas del egoísmo salvaje del neoliberalismo y sus guerras de rapiña y destrucción.  

Para todos ustedes luz de libertad en 2015 y unas palabras de Don Quijote a su escudero: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”.