La Nación
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Semana Santa

Aun cuando los primeros cristianos no tuvieron Semana Santa, conmemoraban la eucaristía y la crucifixión. El concilio de Nicea, en el año 325, estableció que la Pascua se celebrara un domingo, no coincidiera con la judía y se unió a esta el domingo anterior, de Ramos, en el cual entró triunfalmente Jesús en Jerusalén; a la unción, el lunes, en casa de Lázaro, a la expulsión de los mercaderes del templo; a la anticipación, el martes, a los discípulos de la traición de Judas y las negaciones de Pedro; a la conspiración, el miércoles, de Judas Iscariote con el Sanedrín para traicionar a Jesús por treinta monedas de plata; el jueves, al lavatorio de pies, cena, eucaristía, oración de Jesús en el huerto de Getsemaní y su arresto; el viernes, a la prisión de Jesús, a los interrogatorios de Herodes y Pilatos, a la flagelación, coronación de espinas, el viacrucis, la crucifixión, la sepultura; y, el sábado a la Vigilia Pascual.

En estos días la gente medita y descansa, hay quienes toman vacaciones, otros lo aprovechan de diferente forma, según sus residencias y costumbres, pero la institución de la Semana Santa se respeta. En ocasiones olvidamos por qué existe y es oportuno anotar cómo Poncio Pilatos, el gobernador romano en Judea, no fue quien condenó a Jesús por cuanto consideró que no era un peligro para el Cesar y lo entregó a los judíos quienes tomaron la decisión en medio del griterío de una turba que gritaba ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! De ahí y debido a que adoptada su decisión Pilatos se lavó las manos quedó para la posteridad la expresión aplicada a quienes evaden responsabilidades.

Antes de salir Poncio Pilatos a comunicar la suerte de Jesús recibió, a través de un emisario, un mensaje de su esposa Claudia Prócula, quien le pedía que no hiciese daño a ese justo, que había tenido un sueño terrible sobre las consecuencias de su muerte si era ajusticiado. Extraño mensaje que ha sido tenido en cuenta por la Iglesia Cristiana Griega la cual la venera como santa. Pilatos encontró una escapatoria para escuchar el ruego de su mujer y eximirse de aquella enojosa cuestión y sin perder tiempo entregó Jesús a Herodes.

Incluyo algunas breves consideraciones con la esperanza de que los días santos sirvan para aclimatar la convivencia, abran rayo de esperanza a la paz, sirvan para frenar la corrupción y devuelvan el sentido común en Colombia a nuestros gobernantes enfrascados en disputas innecesarias mientras los problemas crecen, el futuro se escapa, la vida se dificulta y las malas noticias proliferan a pesar del intermedio de reflexión.