La Nación
Tortura y genocidio en las cárceles, y complicidad del gobierno 1 20 abril, 2024
COLUMNISTAS

Tortura y genocidio en las cárceles, y complicidad del gobierno

Rodolfo Valderrama Díaz

 

Demasiado grave el sacrificio de más de cincuenta reclusos, la mayoría humildes jóvenes en el incendio de la cárcel de Tuluá, pero nada cambiará, los verdaderos culpables están protegidos por la impunidad;  ocurrió con el asesinato  de 30 reclusos en La Modelo y la incineración de 11 jóvenes en un CAI de Soacha, todo durante el cuatrienio Duque, quien “lamentó” de manera cínica lo ocurrido en Tuluá; olvidó que ante el reclamo popular endureció las penas para hacer más tortuosa la situación carcelaria, algo coherente con el perverso modelo político; es tal la corruptela que por la negación de oportunidades para la mayor parte de la juventud a muchos se obliga a delinquir y luego los sancionan  sometiéndolos al suplicio carcelario o  la pena de muerte.  Dado que no son centros de rehabilitación sino escuelas del crimen, una vez en libertad nadie les da un trabajo, por tanto continúan delinquiendo; sino  hay empleo para quienes egresan de la universidad menos tendrán una oportunidad quienes salen de una  cárcel.

La versión oficial siempre es la misma, culpable es el recluso por delinquir, las riñas internas, que el incendio lo produjeron los internos,  los guardianes son héroes porque evitaron la fuga, claro prefirieron el asesinato; es tan cínico este gobierno que en el caso de Soacha, Duque y Carlos Holmes escondieron y minimizaron el caso, la ministra Cabello condecoró al INPEC por evitar la fuga. Desafortunadamente en nuestro país dado el contradictorio dúo tolerancia-intolerancia, la indolencia y la complicidad, muchas instancias gubernamentales, informativas, jerarquía eclesiástica, empresariales y parte de la sociedad aceptan la versión oficial; no  entienden el significado de la custodia que debe cumplir el Estado, es decir pese a la condición de presidiarios, se les debe  garantizar los mínimos derechos; al contrario el hacinamiento, maltrato físico-mental y otros vejámenes es lo que prima; qué decir de la salud, si estos servicios no existen para quienes no están judicializados y pagan aportes, menos serán  realidad para los presos;  pretender que no haya rebelión carcelaria, que actuen como angelitos es utopía.  Las cárceles son cajas fuertes, lo importante es la seguridad, entonces es preferido dejar que se incineren 50 presos y no que se escape un recluso, esto parodiando la doctrina Ñungo-Turbay, en el sentido de que es preferible condenar a diez inocentes y no absolver un culpable.

El excandidato Hernández expresó algo sensato, “las cárceles están llenas de pobres”, pero se quedó en el enunciado, nunca hizo un planteamiento coherente, tampoco soluciones novedosas.  De otra parte Petro sobre la tragedia de Tuluá afirmó que las cárceles han sido manejadas como un lugar de venganza no de rehabilitación, y que el sistema carcelario requiere cambios importantes; esperamos  que su recio carácter permita realizar reformas y no se deje manipular por politiqueros oportunistas que buscan no perder privilegios  burocráticos; grave que ocurriera lo del pusilánime Lucho Garzón o acceder al objetivo de Gaviria, empoderar a
Simoncito como Ministro o Embajador después  que el mismo Petro lo acusó de fachistoide cuando apoyó a Uri-Fico.