La Nación
Ulises Charry Dussán 1 26 abril, 2024
COLUMNISTAS

Ulises Charry Dussán

Germán Palomo García

Las raíces culturales se van conformando en el tiempo por la intervención de los seres humanos que la identifican. Luego estos mismos se encargan, por su propia dinámica, de acrecentarlas y transmitirlas a sus descendientes, directos o no, con lo que nace el folclor (folk, en alemán (Volk) e inglés significa gente o pueblo). Por ello, las expresiones folclóricas son sentimientos populares que identifican a una comunidad, a la región en la que habitan y la forman para entender el mundo más allá de sus fronteras de todo tipo. Fortalecerlas, entonces, es enfrentar las realidades globales sin denigrar de nuestras raíces pero con la mente abierta para transitar un planeta cada vez más interconectado. El rajaleña es, en nuestra sociedad huilense, la mejor expresión de lo que somos los opitas: excelentes manejadores del doble sentido, espontáneos, sinceros y trabajadores en un entorno no tan favorable. Ulises Charry Dussán, que el pasado domingo nos dejó en este escenario terrenal, siempre se expresaba con el ritmo rajaleñero y, además, representó fielmente el ejemplar opita. Sincero, “desabrochado”, servicial y respirando Huilensidad por todos sus poros. El estribillo de Villamil, “en esta tierra nací, en ella también viví y en ella quiero mi entierro”, a Ulises también se le aplica como a todos los opitas que siempre queremos volver al terruño que nos vio nacer. Pero Ulises fue un adelantado de lo que hoy se conoce como “Economía Creativa” acrecentada con la Ley Naranja que promueve las expresiones creativas como un nuevo renglón económico y empresarial. Creó y mantuvo su actividad económica alrededor del folclor. Su restaurante avenida que luego de venderlo fue reemplazado por el restaurante La Casa del Folclor fueron sede de eventos folclóricos variados y tarima permanente para los rajaleñas de Ulises y su conjunto de Peñas Blancas, su vereda famosa por una masacre en las aciagas épocas de la violencia partidista, génesis de la guerrilla que él mismo padeció. Varias veces visité su restaurante con invitados foráneos y a petición mía interpretó sus famosos rajaleñas que causaron, por supuesto, hilaridad y reconocimiento. En la parte de atrás organizó una especie de teatro para todas aquellas presentaciones del folclor opita. El año pasado, facilitó a la Fundación Jorge Villamil Cordovez, que en el año 2011 le otorgó la Orden De La Huilensidad por su aporte a nuestra cultura, ese escenario para el evento “Folcloreando” con singular éxito. Su hijo y colega, Víctor, estoy seguro, mantendrá y acrecentará este templo del folclor. Descanse en Paz, Querido Ulises, que el eco de sus rajaleñas hasta acá nos llegará.