La Nación
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Falsos Ideales. por Julián Vanegas

La búsqueda de la felicidad es una tarea que nos moviliza día a día y entorno a la cual orientamos muchos de nuestros esfuerzos. En consecuencia es muy importante tener consciencia sobre cómo entendemos la felicidad La búsqueda de la felicidad es una tarea que nos moviliza día a día y entorno a la cual orientamos muchos de nuestros esfuerzos. En consecuencia es muy importante tener consciencia sobre cómo entendemos la felicidad, en qué cosas la tenemos representada, ya que si nos equivocamos en los indicadores con los cuales medimos dicha felicidad también estaremos equivocados en nuestras acciones diarias con las cuales pretendemos alcanzarla. La modernidad, nos ha traído consigo el replanteamiento de valores e ideales asociadas al consumo de diferentes cosas. Desde 1929 Sigmund Freud, en una de sus obras maestras “El Malestar en la Cultura” denuncia:   “Uno no puede apartar de sí la impresión de que los seres humanos suelen aplicar falsos raseros; poder, éxito y riqueza es lo que pretenden para sí y lo que admiran en otros, menospreciando los verdaderos valores de la vida.”. Expresa así su preocupación por la forma como los seres humanos perseguimos falsos ideales que nos colocan en el plano del individualismo haciendo del otro nuestro enemigo. Vale la pena que nos interrogamos qué lugar ocupa en nuestras vidas la búsqueda del éxito y con qué costos personales estamos intentando alcanzarlo, también es necesario interrogarnos sobre el anhelo insaciable de poder y el protagonismo que este ha tenido en los constantes enfrentamientos individuales, entre clanes e incluso entre naciones; la riqueza es quizás el ideal más deseado, afirman algunos que “el dinero lo compra todo, incluso el amor”, es una lamentable muestra de la forma como hemos puesto el tener por encima del ser y del saber. Yo agregaría a estos falsos raceros la belleza, planteada desde criterios estéticos que responde sólo a prototipos y características de belleza impuestos por los medios de comunicación. Así orientamos nuestras vidas, y para ello preparamos a nuestros hijos, para que sean exitosos y reconocidos, para que “sean alguien en la vida”, para ello deben hacer un maratónico recorrido por las instituciones educativas, y prontamente alcanzar altas posiciones de poder en la sociedad y tener más dinero. Al parecer no tenemos en cuenta cuál es el precio de esta carrera por alcanzar estos falsos ideales o raceros, pero aun cuando es evidente que cada vez es más frecuente el malestar en la cultura, y la constante exploración en prácticas que nos ofrezcan esa anhela felicidad, la droga, la adicción a las compras y a los juegos de azar y atracciones mecánicas, también la llamada adicción del internet. Es claro el camino está equivocado, las metas e ideales están erróneamente planteadas y en consecuencia nuestras acciones en la vida cotidiana también. Urge  volver a ubicar dentro de nuestros ideales, propósitos que respondan a la esencia del ser y del saber, y en ello tener en cuenta la ética del placer, la construcción de convivencia con respeto de derechos humanos, el disfrute de la construcción de conocimiento y las prácticas deportivas por ejemplo. *Docente USCO. Grupo Crecer.