La Nación
Fe es un encuentro transformador 1 25 abril, 2024
ACTUALIDAD

Fe es un encuentro transformador

«En aquel tiempo estaba Juan con dos de sus discípulos y fijándose en Jesús que pasaba, dijo: Éste es el cordero de Dios. Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús, Jesús se volvió y al ver que lo seguían, les pregunto: ¿Qué buscáis?  Ellos le contestaron: Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?  Él les dijo: Venid y lo veréis. Entonces fueron, vieron donde vivían y se quedaron aquel día, serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encontró primero a su hermano Simón y le dijo: Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo). Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que significa Pedro).» (Juan 1,35-42)  

 

Padre Elcías Trujillo Núñez

El Evangelio nos narra un maravilloso encuentro entre Jesús con dos discípulos; es una auténtica catequesis de lo que es la fe como encuentro transformador entre Cristo y el creyente. Lastimosamente constatamos que el camino de acceso a la fe no ha llegado por la vía del encuentro y la conversión, sino por la vía del adoctrinamiento y de la tradición. Ha importado más la cantidad y no la calidad de cristianos. Hemos vivido en una sociedad “oficialmente” cristiana, pero no “verdaderamente” evangélica. No es extraño que, con la llegada del consumismo, el bienestar, la libertad, a muchos de esos supuestos “cristianos” se les haya caído la capa de barniz superficial que cubría su aparente fe cristiana. Nunca se encontraron con Cristo y por eso nunca sintieron necesidad real de él, ni nunca lo tuvieron como eje transformador de sus vidas.

Cuando comparto esta verdad con los feligreses de la Parroquia, me miran asombrados. No entienden que la fe es un encuentro de amistad y amor con Dios, con Jesús, un encuentro que llega hasta lo más profundo de la persona, llevándole a lograr una nueva mirada de la realidad. Algunas personas solo han tenido vagas creencias impuestas que no se sostienen en el tiempo, donde las cosas materiales y las diversiones han sustituido a las seguridades que daban las creencias religiosas. Y digo sustituir, porque en realidad tampoco llenan los vacíos más profundos que vive el hombre, pero es que tampoco se les ofrece algo atrayente y convincente.

El evangelio nos recuerda que la fe en Cristo, como la experiencia del amor, no es una vaga creencia, ni saberse de memoria libros, cartas, dogmas o mandamientos, ni un conjunto de leyes morales impuestas que no han sido asumidas personalmente y que a muchos les parecen a veces retrógradas y negadoras de la felicidad humana; ni la asistencia a unos ritos que hoy a una mayoría de jóvenes no les dice nada ni creen que tienen que ver nada con sus vidas y sus problemas reales. La fe no es saber muchas cosas de Cristo ni tener comunicación a distancia, sino que es un “encuentro” de amistad y amor, encuentro que se hace primero vida y experiencia, y luego doctrina, que primero pasa por el corazón y luego por la razón. Sin esta experiencia afectiva con Cristo, la fe se convierte en abstracción retórica que se cae con el tiempo.

Es hora de tomar en serio este camino de conversión, siendo nosotros primero testigos de Cristo, hombres y mujeres que hemos visto y vivido el encuentro con Él; encuentro con Aquel que cambia nuestras vidas, que lleve a los que nos rodean a preguntarse sobre nuestra alegría, nuestro amor, nuestra solidaridad, nuestra opción por los pobres. Hay que apostar por una pastoral de la conversión y del testimonio, más que por una pastoral del adoctrinamiento y el reclutamiento. Las primeras comunidades apenas se preocuparon de los grandes discursos; la gente venía a ellos porque veían cómo se amaban y cómo daban testimonio de Cristo con alegría. Más que nunca necesita este mundo nuestro el testimonio vivo de los cristianos.

No debemos temer, el mensaje de Cristo atrae de verdad cuando se vive en la cotidianidad. Hay tanta necesidad de los valores cristianos en nuestra sociedad.  No es hora de lamentos y menos por la pandemia del coronavirus, es hora del testimonio, de la valentía, de la audacia, de la creatividad. Vayamos nosotros primero al encuentro con Cristo, hagamos comunidades cristianas vivas y testimoniales. No importa el número, la Iglesia empezó con 12 apóstoles que nos indicaron un nuevo camino. Que nos importe la calidad del testimonio, la formación viva de nuestros cristianos, la preparación convincente para dar razón de nuestra fe, con humildad, con alegría, con esperanza.