La Nación
Fertilidad de lo infértil 1 25 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Fertilidad de lo infértil

Jorge Guebely

Momentos infértiles de hoy me traen los fértiles del pasado. Los martes después de clase con Milán Kundera. Cuando él descendía del trono de profesor y nos reuníamos en un ‘bistrot’ o café. Tejíamos con felicidad conversaciones mayores o menores, historias insólitas o anodinas.

Todos éramos iguales, todos teníamos experiencias de vida, todos podíamos aprender de todos. “La vida es la fuente de toda novela” afirmaba Marie-Therèse, magistrada quien andaba iluminada con el escritor checo. Rasgos de ella descubrí después en uno de los personajes de la novela “La Inmortalidad”.

Mientras él observaba desde la orilla -Kundera prefería la periferia para observar mejor el centro- Michel, estudiante francés, profundamente sartreano, se convertía en el epicentro. Defendía sin ambigüedad el compromiso del escritor, su moral política, su ‘littérature engagée’.

  • ¡Profesor! -le pregunté-. ¿Qué piensa de las afirmaciones de Michel?
  • De Jean Paul Sartre -contestó-. Que es un profeta del medioevo.
  • Y… ¿del compromiso político del escritor? -insistió Marie-Therèse.
  • Al único a quien todo escritor debe rendir cuenta -respondió el profesor Kundera-, es a Don Quijote.
  • ¿Por qué? – insistí después de un silencio.
  • El compromiso real de todo novelista lo tiene con el ser humano -explicó-, con el surgimiento del ser humano. No con ningún poder que lo degrada, lo somete, lo anula.

Recordé la devastación sufrida por el pueblo de la antigua Checoeslovaquia. La sangrienta bota militar del ejército soviético, la demolición del “Socialismo con Rostro Humano”, la supremacía del poder comunista por encima del ser humano. Poder fascista de izquierda que Sartre defendía públicamente.

Recordé la naturaleza del hombre de poder, su delirio de autoridad, su anhelo imperial. El dictador que dormita en cada mandón o mandona. Sueño que los aliena, los convierte en ignorantes del ser humano y con sus grandezas terrenales.

Hoy, cuando surgen efluvios de fascismo criollo y veo a sus ignorantes burócratas en altos cargos de gobierno, a un embajador capaz de calificar las obras literarias como “cosas”, recordé versos de Whitman: “Camarada, esto no es un libro, / El que lo toca, toca a un hombre”.

Y cuando las califica de “cosas neutras”, recordé el “Canto General” de Neruda, autor que el embajador confiesa haber leído. Le gustó al igual que García Márquez, por neutros, por no ser de izquierda o derecha.

Quizás nunca leyó el “Canto General”. Tampoco “Cien años de soledad”, novela que devela la decadencia de su espíritu conservador. Espíritu que humanamente no tendrá una segunda oportunidad sobre la tierra.

jguebelyo@gmail.com