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Francisco, el Papa que erizó a los bogotanos 1 25 abril, 2024
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Francisco, el Papa que erizó a los bogotanos

FRANCISCO ARGÜELLO/LN   corresponsales@lanacion.com.co

 

No importó las escasas horas de sueño, las 12 de vuelo y la presión de 300 mil colombianos durante su recibimiento. El Papa Francisco no dejó asomar el sol en su humilde habitación en la Nunciatura Apostólica ayer y madrugó más que de costumbre. Lo hizo a las 4:30 a.m. Oró a la Virgen María y después pasó a la mesa a probar desayuno: huevos, queso, pan y jugo.

En un carro oscuro, con vidrios polarizados, seguido de una ambulancia, terminó en la casa presidencial. En la plaza principal, entre el Congreso y la Presidencia, le rindió honores a la bandera.  Ahí estaba el Papa, al lado de Juan Manuel Santos, escuchando el Himno Nacional interpretado por el artista colombiano Fonseca en la mitad de la alfombra roja, con un rayo de sol inclemente, que aparentemente no fastidió al Santo Padre. Caminó sobre la alfombra roja, al lado de Santos, de su esposa, María Clemencia de Santos, abrazó a decenas de niños en la Plaza de Armas, se inclinó a bendecir y a frotar con sus manos la cabeza de jóvenes con diversos síndromes. La Primera Dama, según se observó, habló más con el religioso que su propio esposo.

En el mismo acto, sobre las 9:15 a.m., Francisco encendió la llama eterna de la paz en presencia de más de 400 diplomáticos, congresistas, gabinete presidencial, magistrados, que aplaudieron. “Canta mi tambora, no la puedo callar, así es como canta Colombia por la paz”, se escuchaban de las bocas de cien niños vestidos de blanco que le cantaron al Papa.

A renglón seguido habló el presidente Santos. “Gracias, su Santidad, por venir a acompañarnos en este momento único del país: la paz… gracias, su Santidad, por invitarnos a hacer defensores de la vida, a ser instrumentos de paz, gracias por expandir el don de la misericordia… gracias por venir hasta Colombia a acompañarnos, a estimularnos, a dar con nosotros el primer paso hacia la reconciliación”.

 

Miles de jóvenes colmaron la Plaza de Bolívar de Bogotá para escuchar al Santo Padre.
Miles de jóvenes colmaron la Plaza de Bolívar de Bogotá para escuchar al Santo Padre.

Después uno de los momentos más esperados: el discurso del Papa Francisco. “Vengo a Colombia siguiendo la huella de Pablo Sexto y Juan Pablo II. Me mueve el deseo de compartir con los hermanos colombianos el don de la fe… solo con fe y esperanza se pueden superar las numerosas dificultades del camino… Colombia es una nación bendecida de distintas maneras, Colombia es el segundo país del mundo en biodiversidad, qué bueno ha sido el Señor al regalarles tanta fauna, flora”. Y recordó a Gabriel García Márquez, con su obra Cien Años de Soledad.

“Ustedes (colombianos) no están solos, somos muchos los que queremos acompañarlos en este paso. Este viaje es un aliciente… ustedes están presentes en mis oraciones, rezo por el presente y futuro de Colombia”.

Minutos después abordó de nuevo su papamóvil y se movilizó por toda la Plaza de Bolívar donde más de 200 mil jóvenes lo esperaban. Mientras la multitud gritaba, lloraba, levantaba sus brazos, él se veía sonriente, alegre, repartiendo bendiciones y levantando su mano derecha hacia los lados. Desde la altura, drones captaban a miles y miles de fieles batiendo banderas y pañuelos blancos.

El recorrido se extendió durante media hora hasta la Catedral Primada de Bogotá, donde lo esperaba la Virgen de Chiquinquirá, expuesta en el atrio principal, después de llegar desde Villavicencio. Francisco se persignó, cerró sus ojos, juntó sus manos y oró por veinte minutos. Nadie lo interrumpió. Extrajo una camándula de su bolsillo y lo colgó en el cuadro de la virgen. “Dios te salve maría, llena eres de gracia, el señor es contigo…”, expresó con micrófono en mano. Después firmó el libro de invitados especiales.

Caminó por los pasajes peatonales acompañado de los principales cardenales de país hasta el balcón de la Conferencia Episcopal Colombiana, que volvió a abrir sus puertas luego de 32 años cuando lo hizo Juan Pablo II después de recorrer la tragedia de Armero. Allí, por la estrecha puerta de madera, apareció el Obispo de Roma.  De blanco, agarrando con su mano su crucifijo, les habló a los jóvenes.

“Los saludo con alegría, les agradezco la calurosa bienvenida”, les dijo. “Cuando lleguen a una casa digan que trascienda la paz sobre esta vivienda… hoy entro a esta casa que es Colombia diciéndoles que la paz esté con ustedes… vengo desde Roma a este país a decirles que vengo a aprender de ustedes, de su fe, de su fortaleza. Sé que han vivido momentos muy difíciles y oscuros, pero el Señor está cerca de ustedes”.

Francisco dejó claro a los jóvenes del país “que el Señor no es selectivo, no excluye a nadie, el Señor nos abraza a todos porque somos igual de importantes y necesarios para él”.

 

DIOS AMA A SUS HIJOS

Repitió que Dios ama a sus hijos con corazón de padre.  Y pidió no temerle al futuro. “No dejen de atreverse a soñar en grande… vuelen alto”, les expresó en un discurso interrumpido por  aplausos, que se extendió durante media hora donde Francisco se dirigió a los colombianos, a los cachacos, paisas, rolos, costeños… Y a los hinchas del Atlético Nacional y el América de Cali. Sus seguidores reían y aplaudían.

El Santo Padre se encontró posteriormente con los obispos del país. A todos les habló como el pastor a sus ovejas, como el maestro a sus alumnos. Les insistió en cuidar especialmente el itinerario formativo de los sacerdotes del país desde el llamado de Dios en sus corazones. También les dejó una tarea a sus obispos: “conservar la serenidad. Es una de las virtudes que más necesitan. El momento les exige más. El maligno continúa sembrando cizaña”. Otra de las peticiones: más acercamiento con los jóvenes “porque ellos son el futuro de Colombia y el mundo”.

Después almorzó y preparó su única eucaristía en Bogotá: la del Parque Simón Bolívar, donde más de un millón de personas le esperaban.