Toda una sensación en las redes sociales es el artículo publicado por Univisión con el titular "Me esterilicé con 30 años y sin hijos": la colombiana Francy Uribe cuenta la historia de su elección de no ser madre, donde esta mujer nacida en Pitalito cuenta su historia.
Desde que concedió esta entrevista y fue publicada en los medios virtuales en cuestión de minutos se volvió viral, muchos medios de comunicación la replicaron y personas en las redes sociales la compartieron.
La colombiana Francy Uribe sabía desde los 9 años que no quería tener hijos. A los 30 años se hizo una ligadura de trompas justo antes de irse a vivir con su novio para evitar que este tratara de convencerla de ser madre, como en efecto sucedió. Francy se siente feliz con su opción de vida: decidió ser mujer "de otra forma" y no se dejó afectar por las presiones.
El franchute casi que no espera a bajarse del avión. Aterrizó con una noticia mortífera: quería terminar la relación de casi cuatro años, no sabía cómo decirlo, pero el meollo del asunto era que yo no quería tener hijos y él sí. Esa fue la primera vez en la que me estrellé de frente con la decisión más importante que he tomado hasta ahora: esterilizarme sin ser mamá, como quien dice, cerré la fábrica antes de estrenarla.
Nací en una finca cafetera y desde que tengo uso de razón, mi papá nos decía que si queríamos comer y estudiar, teníamos que trabajar fuerte; éramos tres hermanas entre las que nos repartíamos el trabajo de la cocina, los menesteres del hogar y hasta colaborábamos en el proceso del café.
También éramos protagonistas de las innumerables peleas entre mis padres, el sometimiento de mi mamá a los mandatos del hombre de la casa, la resignación de ella para soportar la mala vida sólo porque nos tenía a nosotras, y otros varios eventos que se convirtieron en nuestra cotidianidad. Era bastante para una mente de nueve años. Pero al mismo tiempo, en los instantes en los que mi papá era más humano, la mejor parte me la llevaba yo: pasábamos horas leyendo sobre la segunda guerra mundial o las historias del Reader’s Digest, la revista que colecciona hasta el sol de hoy. Amaba esas horas de lucidez en los que me permeaba con datos de cultura general y me mostraba el mundo a través de las letras y las imágenes.
Tanta fue la influencia que mi papá ejerció sobre mí, que un día mientras él conducía le di a conocer las dos decisiones que me han marcado hasta hoy: quiero ser periodista y no quiero tener hijos. En mis cortos análisis, me había dado cuenta que en esa profesión los que trabajaban en la televisión viajaban mucho alrededor del mundo, a esos lugares de los que leíamos, y que para poder hacer eso, indudablemente había que estar solo.
A los 16 años me fui de Pitalito, el pequeño pueblo donde nací. Me instalé en Neiva, una ciudad mediana. Ahí asistí a la universidad pública para estudiar Comunicación Social y Periodismo. En ese lugar el mundo se me presentó a sus anchas. Empecé a organizar mis ideas y a encontrar gente, que como yo, teníamos una ideología, una forma de vivir la vida, que no queríamos hijos porque nuestro deseo era terminar rápido los estudios para irnos de viaje y hacer todo eso que siempre había sido esquivo a nuestros presupuestos.
Aquí todo el artículo completo de Univisión:
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