Carlos Eduardo Amézquita
Murió Maradona, gloria del Futbol latinoamericano (en escandalosas circunstancias), aunque el intríngulis del acontecimiento no daba para tanto.
En casos como este, los comunicadores y los medios abusan, al darle a la noticia una trascendencia inusual y comercial, como si se tratara de algún Presidente, de un líder carismático, o del Papa mismo.
Recuerdo los Noticieros transmitiendo en vivo en medio de sollozos y lodazales.
Pero esto no es lo cuestionable. El punto es la imagen que se le transfiere a niños y jóvenes deportistas admiradores del genial 10 ¿Es este el futuro qué alcanzarían si triunfan jugando en los equipos profesionales?
Otras preguntas: ¿Pero se trata de un homicidio? ¿de una enfermedad letal? ¿o de intereses comerciales y negocios sucios? ¿intrigas?
La prensa amarillista hizo su agosto, aunque otras figuras del deporte y de la Farándula mundial, se mostraron indignados por este manejo “des/a/fortuna/do e indiscreto” de la partida de Maradona.
Laura Pausini, y otros de España, Francia e Italia, se cuestionaron: ¿Por qué no se da igual trascendencia a las masacres de pobres, de líderes sociales, por ejemplo, ni a las víctimas del COVID de todo el mundo, como lo hubiese preferido el mismo Diego?
Esta conducta ocurre cuando se trata de gentes adineradas y/o dueñas de herencias voluminosas, con poder político y mediático, cuyo deceso minimiza la muerte colectiva de otras personas del común.
Incluso, existen multimillonarios que aparentan estar muertos y en seguida de su funeral desaparecen silenciosa/mente/. Una vez salen de su propio sepelio, se han fugado a disfrutar clandestina/mente/ de sus fortunas en alguna isla paradisiaca, o en las selvas amazónicas, o en las del África.
P.d. Armando Plazas Camargo: Hasta siempre Amigo (q.e.p.d.)