Piero Emmanuel Silva Arce
Este mes Netflix estrenó un documental llamado El dilema de las redes sociales; en este se revela claramente el negocio detrás de unas redes sociales aparentemente gratuitas y sus formas de operar en las conductas de los ciudadanos, cada vez más adictos a los estímulos de las pantallas, que son capaces de generar buenas dosis de dopamina en el cerebro. Los testimonios de varios programadores de redes tan populares como Facebook, Instagram o Pinterest van contando que las ganancias del negocio aumentan a medida que se multiplican los segundos de los usuarios en alguna red social; en la sociedad actual los productos de venta no son las mercancías, son los seres humanos que van dejando sus vidas en un sistema de algoritmos que calcula lo que quiere ver cada uno para mantenerlo atrapado y manipular su comportamiento.
De acuerdo con el documental, las redes sociales reproducen todo tipo de noticias falsas (fake news) con tal de mantener a sus usuarios enchufados; en lugar de ser un medio para promover prácticas democráticas, los algoritmos reproducen información sin ningún tipo de sustento buscando generar sentimientos de odio y frustración que impiden un análisis racional de lo que se consume. De esa forma se han desatado episodios de violencia en lugares como Birmania, donde a quienes compraban un celular, de inmediato se le instalaba Facebook y se comenzaba a bombardear de noticias falsas sobre los musulmanes; se viralizaba información falaz de estos cometiendo crímenes con el fin de aumentar el odio frente a esta comunidad; después de la campaña, denominada por la Organización de Naciones Unidas (ONU) como limpieza étnica, 700.000 personas pertenecientes a la comunidad blanco de los ataques tuvieron que huir del país.
Los procesos electorales están atravesados por esa competencia voraz de las redes sociales por capturar adeptos y mantenerlos en línea; dependiendo de la perspectiva política las redes envían sus mensajes dándole a las personas lo que buscan; cada uno afianza su punto de vista a través de información otorgada por un sistema y el encuentro en torno a realidades concretas y bajo los supuestos racionales pasa a un segundo plano, rompiendo la posibilidad de construcción de proyectos comunes en el marco de una perspectiva de bienestar general. Para la ciencia política se abre un importante y complejo escenario de estudio. Al final del documental se dan algunas recomendaciones para controlar el uso de las redes; no obstante, parece que estamos frente a un mundo sin salida donde la matrix tiene el mundo a sus pies.
Investigador del grupo Estudios Políticos