Froilán Casas Ortiz
Nuestra cultura “lignt” = liviana, ligera; está produciendo una generación de cristal. Los niños y adolescentes están creciendo en un ambiente fácil: todos son derechos, todo es inclusión, promoción automática, el respeto al libre desarrollo de la persona, pérdida de la patria potestad, igualdad de “género”, los derechos de los niños, etc., etc. Por favor, cuidado padres de familia con corregir a sus hijos, -se quejan ante el juez de familia o ante el ICEBF y hasta le quitan la patria potestad-, ¡qué horror!, la familia ha pasado a ser propiedad del Estado y todos, tan callados. Eso es una nueva forma de Estado totalitario. La educación sexual no es potestad de la familia, es potestad del Estado y, ¡cuidado diga usted algo!, -le cae la férula de la Corte Constitucional que legisla-. En esta materia, en temas de familia, el congreso está manos abajo. Cada día se debe exigir menos, -exija en la casa y en la escuela y usted puede ser entutelado-.
El Código de policía es débil y si el directivo quiere poner orden, resulta empapelado; si el ciudadano se queja por el ruido ensordecedor de la fiesta de la esquina, la policía es ultrajada y a veces, cruelmente asesinada. ¿Para quién es el orden? Esta cultura es anárquica, todo permitido por el silencio de la autoridad de turno; el ciudadano que paga impuestos, -y en esto sí que le recuerda y controla la DIAN-, resulta inerme, a merced de los violentos. Nuestro escudo nacional reza: LIBERTAD Y ORDEN. Excúsenme, veo la libertad, ¿dónde está el orden? Nuestros niños y adolescentes siguen creciendo en el libertinaje más cruel de la historia, atropellan a quien sea y como sea. No queremos entender que el mundo de la competitividad exige ciudadanos de calidad.
No queremos entender que empresas que no sean competitivas, salen del mercado, que estudiantes mediocres no resisten ninguna Prueba Saber. ¡Qué tristeza! Seguimos tan mediocres y tan campantes. Señores: sin disciplina no hay calidad; sin trabajo no habrá prosperidad; sin ejemplo no habrá honestidad; con impunidad, siempre habrá corrupción; sin defensa de la familia, siempre habrá sociedad descompuesta. Queridos ciudadanos, dejemos la retórica “ventejuliera” y elijamos a quien dé muestras conductuales de honestidad.
La conducta de una persona es la mejor carta de presentación. Los resultados los vemos hoy, este es un país muy mal gobernado; excúsenme, ningún gobierno ha dado la talla para llegar a disfrutar un país próspero, mucho ruido y pocas nueces. Por favor, sin ética, no hay desarrollo. Necesitamos una educación exigente en donde el educando, se eduque con el ejemplo de sus maestros y de los padres de familia. Si no defendemos la familia, seguimos viviendo en el caos.
Necesitamos un gobierno fuerte que haga cumplir la ley, que los pillos vayan a la cárcel y los zánganos se ganen el pan con el sudor de la frente y si no, así dice el libro Santo, -que no coman-.