La Nación
EDITORIAL

Golpes contundentes

En un operativo la Policía acaba de asestar un duro golpe a las organizaciones criminales dedicadas al expendio de sustancias alucinógenas. En coordinación con la Fiscalía, logró desarticular la banda delincuencial ‘Los Prójimos’ que operaba en el sur del Huila, con epicentro en Pitalito.

El duro golpe logró capturar a 15 de sus miembros, encargados de la distribución y comercialización de los alucinógenos en pequeñas cantidades, con servicio puerta a puerta. Según las autoridades, la red pertenecía a la banda criminal ‘Clan Úsuga’, la antigua escuela de sicarios montada por el abatido capo del Cartel de Medellín Pablo Escobar Gaviria. La organización narcoparamilitar, conocida inicialmente como ‘Los Urabeños’ controla la producción y distribución de coca y marihuana especialmente en Putumayo y Cauca, donde abundan los invernaderos para la producción de alcaloides a gran escala. Esa relación resulta explosiva y puede explicar el incremento de los niveles de criminalidad en estas zonas.

La red desarrollaba otra actividad criminal abominable: el uso de menores para la entrega de la droga a domicilio, y la distribución de estupefacientes en centros educativos. Este descubrimiento debe poner en alerta no solo a las autoridades, también a la comunidad educativa y especialmente a los padres de familia.

El golpe no es el único. El miércoles pasado, en un puesto de control militar, en una zona rural del municipio de Isnos tropas del Batallón Magdalena incautaron una tonelada de marihuana creepy perteneciente al mismo clan. En Inzá, en límites con el Huila, cayeron otros 832 kilos del alcaloide. Aunque aislados han sido golpes contundentes contra las organizaciones delictivas. La cantidad y la frecuencia de los exitosos operativos demuestran también la gravedad del fenómeno. La expansión de los cultivos y el incremento de la producción de estupefacientes son alarmantes.

Y por supuesto, estos dos factores, confirman el aumento del consumo interno. Colombia pasó de ser productor y distribuidor a otro país consumidor.  Las drogas sintéticas y ahora el consumo de sustancias químicas en colegios y universidades aumentan ese espectro letal.

Los resultados positivos merecen el reconocimiento social a una labor paciente pero efectiva y por supuesto el apoyo incondicional de la ciudadanía. La cooperación de la sociedad civil es definitiva para enfrentar estos factores que amenazan seriamente el futuro de la nación.
 

“La expansión de los cultivos y el incremento de la producción de estupefacientes son alarmantes”.

 
EDITORIALITO

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