En el templo San Roque de Altamira se reunieron sacerdotes de la Diócesis de Garzón, Neiva y comunidad en general, para despedir al sacerdote Giuseppe Cefarelli, quien falleció la madruga del lunes a la edad de 88 años. HUMBERTO SOSA SIMBAQUEVA LA NACIÓN, GARZÓN En el templo San Roque de Altamira se reunieron sacerdotes de la Diócesis de Garzón, Neiva y comunidad en general, para despedir al sacerdote Giuseppe Cefarelli, quien falleció la madruga del lunes a la edad de 88 años. El templo lució todo el día colmado de feligreses venidos de los distintos municipios del Huila. Y no era para menos, Altamira, territorio famoso por sus bizcochos, estaba rindiendo especial despedida al padre Giuseppe Cefarelli Carelli, quien desde que llegó a estas tierras se convirtió en un altamireño más y en defensor número uno de la comunidad humilde. El padre Cefarelli llegó de su tierra natal Crescenzago, una población pequeña de la ciudad de Milán (Italia). Vino a Colombia y después de permanecer un tiempo en Bogotá, monseñor Mantilla Duarte lo trajo al Huila, en donde inicialmente estuvo como sacerdote en el municipio de Palestina, en el sur del Huila. De allí paso a La Argentina, luego se radicó en Altamira, la que se convirtió en su tierra preferida. Huilense íntegro Era miembro de la Congregación de la Divina Providencia y desde 1981 vivió en Altamira, región que lo acogió por su buen trabajo, su apostolado y su amor con los demás. Uno de sus hermanos vino al Huila en una época buscando que éste regresara a Italia, pero no fue posible. Dado que el religioso no quería irse, tuvo que hacer su declaración por escrito, dejando constancia que no quería su repatriación, que por el contrario, lo dejaran morir y fuera sepultado en el Altamira. Centenares de personas llegaron ayer en la tarde a sus honras fúnebres que presidió el vicario de la Diócesis de Garzón, monseñor Agustín Sierra Losada, con toda la Curia Diocesana, que se trasladó de diferentes municipios para darle el último adiós al clérigo. Misionero “Se va un hombre de Dios muy bueno, y nos deja una enseñanza grande. Con él se va una señal de esperanza, de tranquilidad, porque hizo como los grandes y buenos misioneros lo que tenía que hacer y bien hecho, la falta será inmensa pero la satisfacción con que parte es igual de grandiosa”, dijo en la homilía monseñor Losada. Obras como el Centro Recreacional San Roque, Centro de Educación Regional (Ceres), el desarrollo del templo San Roque, el polideportivo, el colegio que ayudó a crear en favor de la niñez y los jóvenes, la ampliación hacia lo que es la ESE San Roque y las campañas sociales y culturales, serán siempre el mejor recuerdo que le deja a su querida Altamira, que también lo acogió como su propio hijo. El alcalde Luis Eduardo Soto con un decreto de honores, lo despidió en nombre de los pobladores y de todas las autoridades. Lo mismo hizo el Concejo Municipal y todas las organizaciones comunitarias, que vieron en este sacerdote a una persona que hizo grande a su municipio, y que hoy lo único que deben es mantener su obra y su accionar social como el mejor ejemplo de gratitud. La Diócesis de Garzón y la comunidad en general llegaron al templo San Roque a despedir al padre Cefarelli.