Julio Enrique Ortiz Cuenca
Hombres como Hernando Liévano Perdomo al igual que los robles mueren de pie y parodiando a Gilberto Alzate Avendaño fue un barco que se hundió con las luces encendidas. Era de fuerte carácter, trato amable, franco y directo. De profundas convicciones, vigorosa personalidad y alma grande.
Ejerció la profesión médica con altruismo. Como político defendió las ideas liberales y la democracia con Alberto Galindo y Guillermo Plazas y después con Rodrigo Lara Bonilla en la Dignidad Liberal y el nuevo liberalismo o Galanismo. Fue candidato a senador y como concejal de Neiva lidero propositivos debates sobre planeación, ordenamiento urbano, espacios y servicios públicos.
Con gran sensibilidad social y espíritu humanitario con su hermano Roberto apoyaron a su filantrópica tía Mercedes Perdomo de Liévano quien con sus propios recursos fundo el albergue infantil que lleva su nombre ,donde se recibieron a niños huérfanos de la violencia política de mitad del siglo pasado, de la zona rural de Neiva y especialmente de peñas blancas , que en 1962 fueron víctimas de uno de los más monstruosos genocidios cuando los llamados “pájaros”–guerrillas de origen conservador o paramilitares de la época-, asesinaron y descuartizaron a machete a 26 campesinos liberales en el asalto a un bus mixto que se dirigía a Neiva.
Como empresario promovió la industria turística del Huila desde su hotel Chicalá, donde en el crepúsculo de su vida, promovía tertulias sobre política, poesía, temas de interés público y lucha contra la corrupción. En una de esas tertulias y cuando transitaba la cuarta edad en sus 87 años nos hizo entrega de un manuscrito con su firma sobre la vejez, la juventud , y su próximo tránsito a la energía universal, desde donde continuara controvirtiendo con su presencia espiritual: “Al llegar a la vejez, considero que en esta última etapa de la existencia terrenal es el sacrificio de pleno goce de la juventud, a donde he llegado amando apasionadamente mi tierra y su ecosistema, ella me tomará en sus brazos cuando no vea ni el hilo de mi propia vida , para luego conducirme ante el supremo creador del universo y de su mano volver a mi Huila querido y ver con mis propios ojos el fruto glorioso de mi descendencia.”
A Nelly Vegalara- su inseparable esposa-, sus hijos Carlos Hernando, Claudia, Juan Gabriel, a sus hermanos Roberto y Ricardo y su apreciada familia , nuestros sentimientos de solidaridad. julioenriqueortiz@yahoo.com