El Gobierno de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional instalaron formalmente la tarde de este martes la fase pública de diálogos de paz en la ciudad de Quito, Ecuador. De esta manera después de muchos inconvenientes se abre un paso al fin de esta guerrilla.
"La mesa de negociaciones entre el gobierno nacional de la república de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional se instala en Ecuador", dijo el representante de Ecuador, Juan Meriguet.
A su turno el Jefe de la delegación del Gobierno de Colombia, Juan Camilo Restrepo expresó:
“Colombia hoy no es el mismo país que hemos conocido en las últimas décadas. El de hoy, es un país con renovadas esperanzas de futuro, de unidad, de progreso; con desafiantes mandatos y expectativas de la sociedad. Nuestra nación hoy es un laboratorio universal de construcción de la paz, quizá el más vanguardista de esta época.
A lo largo de toda su vida republicana, Colombia ha enfrentado múltiples conflictos y expresiones de violencia; ha vivido grandes frustraciones y barbaries vergonzantes. Ha acumulado dolor y resentimiento, Sin embargo, ha continuado su camino hacia delante. Hoy estamos ante la oportunidad de, por fin, terminar el conflicto armado y pasar la página de la guerra.
Por años, Gobierno tras gobierno el país emprendió la difícil tarea de conseguir la paz; por diferentes caminos, con resultados muy disimiles. Es una historia valiosa que nos ha dejado experiencias y aprendizajes invaluables…
Hemos aprendido a ponernos objetivos y a definir rutas concretas para avanzar en la dirección que el país necesita. Hemos aprendido que tenemos visiones muy diferentes acerca de la naturaleza del conflicto y que las mesas de conversaciones no son para ahondar en ellas, sino para encontrar los caminos para superar las heridas del conflicto y crear las condiciones para que no se repitan.
Hemos aprendido la trascendencia del papel de la ciudadanía al acompañar estos procesos, y cómo su interés, su conocimiento, y sabiduría pueden facilitarnos la tarea de llegar a acuerdos. Hemos aprendido, también, que una mesa de diálogos tiene la enorme tarea de acordar el fin del conflicto armado, pero en ningún caso reemplaza a las instituciones.
Construyendo sobre estos aprendizajes, y de una manera franca, seria, realista, respetuosa y con un claro objetivo en mente, adelantaremos este proceso con el ELN. Nos convoca para estas conversaciones la grandeza para poner la paz por encima de nuestras diferencias y para entender que son precisamente esas diferencias las que nos enriquecen como nación.
Unas conversaciones que materialicen el mandato constitucional de que “la paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento.”
¡Los colombianos tenemos derecho a la paz! El acuerdo de diálogos de marzo de 2016; nuestra carta de navegación. Seremos fieles al acuerdo suscrito en Marzo de 2016; las agendas temáticas escogidas, su filosofía, sus principios y procedimientos serán nuestra carta de navegación.
De esta agenda quiero rescatar dos elementos: la decisión de las partes de ejecutar los temas con la mayor “celeridad y rigurosidad”, criterios estos que quedaron expresamente consignados en el acuerdo. Esto no debe confundirse con una paz exprés.
Pero sí quiere decir, y quiero recordarlo en esta ocasión, que las partes nos hemos comprometido, a avanzar. Avanzar con tanta celeridad como la prudencia lo permita.
No venimos a esta mesa a explorar; ya la fase exploratoria quedó atrás. El objetivo de esta mesa –cito el texto- es “subscribir un Acuerdo Final para terminar el conflicto armado y acordar transformaciones en búsqueda de una Colombia en paz y equidad.” Esa es nuestra misión.
En esta fase pública, nuestro espíritu es el de lograr un proceso creativo, innovador y pragmático que nos permita cumplir con los objetivos trazados. Venimos con una actitud propositiva para lograrlo.
Evitaremos caer en discusiones interminables, en un marasmo de conversaciones, o en un permanente estado dialogante. Estamos ya en un camino, debemos recorrerlo y estamos decididos a hacerlo.
Colombia y el mundo reconocen que esta oportunidad que hoy tenemos para terminar el conflicto armado y sentar las bases para la construcción de la paz muy difícilmente se nos volverá a presentar en el futuro. Esperamos que el ELN también valore y comprenda que éste es el momento de la paz.
El proceso que hoy inicia es un proceso independiente de otros, y por lo tanto merece un tratamiento único, particular; las discusiones serán autónomas y con esto pretendemos llegar a los acuerdos que respondan a la naturaleza de esta mesa. Reconocemos al ELN como una organización con su identidad e historia propias.
Claro, deberemos tener la madurez para incorporar del Acuerdo de La Habana aquellos aspectos que convengamos necesarios, siempre con una mirada constructiva y realista de los grandes avances que éste incorpora.
Tal como está consignado en nuestra carta de navegación, “Una vez hecho público este proceso”, es decir, a partir de este momento, “se establecerán mecanismos con la mesa de La Habana para identificar temas en que se requiera coordinación y sincronía.” Este también será un elemento esencial que nos guiará en estas conversaciones.