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‘¡Hoy tengo una nueva vida!’ 2 24 abril, 2024
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‘¡Hoy tengo una nueva vida!’

‘¡Hoy tengo una nueva vida!’ 8 24 abril, 2024
Rubén Rojas hoy es un libre que día a día goza de su nueva vida.

Al igual que 1.445 colombianos que fueron graduados del proceso de reintegración en forma simultánea en todo el país, en Neiva un grupo de 12 personas también recibieron su certificado por parte de la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR). Rubén Rojas, ex combatiente del frente 17 de las Farc fue uno de ellos. El hombre relató su paso por las filas insurgentes y describió el proceso para tomar la decisión de regresar a la vida civil.

A pesar de que Rubén tiene 30 años, su apariencia demuestra más edad. La guerra dejó secuelas en su físico que son imborrables y es consciente de ello, pero también sabe que en su interior una fuerza inamovible ha ayudado a curar las huellas del conflicto. Esta es su historia.

“Pertenecí ocho años al frente 17 de las Farc. Me fui estando entre los 15 o 16 años. Vivía en Vegalarga y me dedicaba a las tareas del campo. En esa época la insurgencia manejaba una influencia fuerte en la población y en cada espacio que había, daban capacitación en pensamiento insurgente hasta que la gente se convencía y se iba y yo lo hice”.

“Mi paso por la guerrilla fue muy duro. El salto de la vida cotidiana a las filas no es fácil, sobre todo los primeros tres años, porque durante ese tiempo uno no puede ver a la familia y uno va inexperto, es raso y tiene muchas necesidades. Después de ese tiempo hay cambios, le van dando responsabilidades como estar al frente de avanzadas, ser el encargado del sistema de guardias y son roles para que uno vaya afianzándose; alcancé a ser jefe de escuadra”, expresó Rubén.

Cuestionamientos

Tras ocho años de militancia y vida en el monte, el hombre empezó a tener cuestionamientos de fondo hacia su permanencia en las filas insurgentes.

“Uno se va dando cuenta que hay muchas cosas de las que dice la insurgencia que no se cumplen. Decían que antes del año 2000 debían tener el control de medio país, pero adentro uno se daba cuenta que no era cierto, sólo se veían bajas y más bajas y un retroceso. Respeto al cambio social, la plataforma de Gobierno y demás, uno ve que eso no se cumple y que uno allá no está haciendo nada más que exponer el pellejo para que lo maten”, agregó Rubén.

Esos mismos cuestionamientos y el hecho de tener una hija recién nacida, llevaron al ex combatiente a tomar la decisión de dejar las filas.

“A los 24 años me vine del monte. Estaba hacia los lados de Tello y allí había mucha presión militar. Con otro compañero decidimos volarnos, que es una de las cosas más difíciles para un combatiente, porque uno se somete a que si lo cogen lo maten. Nos fuimos a las 7:00 p.m. y caminamos toda la noche atravesando una zona muy compleja, porque había presencia del Ejército y la guerrilla”.

“Llegamos al otro día a San Antonio casi amaneciendo, ahí contacté a mi familia. Adentro dicen que si uno se entrega, el Gobierno lo mata, lo desaparecen y yo venía con esa mentalidad. Pero aparte de estar cansado de esa vida, tenía una hija recién nacida y eso influyó en mi decisión de dejar la guerrilla”, comentó Rubén.

‘Hui por un tiempo’

Los primeros meses después de salir de la insurgencia fueron para Rubén una huida constante, que luego finalizó con su entrega voluntaria y el ingreso al proceso de reintegración con la ACR.

“Estuvimos en Neiva tres días y luego cogimos para el sur, nos fuimos a coger café y después estuve en La Plata como dos meses. Pero empezó la presión familiar respecto a qué iba a hacer, porque la verdad estaba huyendo. Entonces mi familia me ayudó a establecer contacto con el Ejército, les dije que necesitaba garantías y al mes me entregué en Garzón”.

“Eso fue en 2007, el Ejercito me brindó todo el apoyo. Luego me fui a Bogotá y empecé el proceso de reintegración. Allí me quedé dos años trabajando y haciendo el programa, logré sacar la liberta militar, el pasado judicial y decidí venirme al Huila. Me fui a Pitalito, trabajé en construcción, después en una finca ganadera; luego pasé a Garzón y finalmente me vine a Neiva”, manifestó el hombre.

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En medio del proceso de reintegración, Rubén ha podido continuar sus estudios y hoy cursa Octavo Grado de bachillerato. En el marco del proceso estudió en el Sena y actualmente trabaja con un hermano.

“Cuando me fui a la guerra tenía apenas hasta Tercero de primaria. Ya en el proceso pude continuar y hoy estoy en Octavo Grado. Asimismo, en el Sena estudié un curso de Administración de Bienes, Productos y Servicios, que me ha servido para trabajar con un hermano. Tenemos una ruta de distribución de una salsamentaria de la ciudad”.

“Hoy tengo una compañera y una hija de 7 años, que aunque no vive conmigo, parte de venirme fue pensar en ella. Me siento libre, haber alcanzado este programa reconforta, quiero tener más hijos; me siento realizado, hoy tengo una nueva vida”, expresó.

Compromiso con la paz

Rubén Rojas expresó su posición frente al actual proceso de paz que se desarrolla en el país.

“Las Farc nunca había hablado de desmovilización y eso de entrada ya es una señal importante. Cuando estuve allá eso ni se mencionaba. Pienso que con los golpes que le han dado a las Farc, ya no hay el mismo liderazgo. Pero hay que revisar que la paz en Colombia no se va a dar dejando las armas. El Estado tiene que ser garante de que el país tenga un cambio social”.

“Si hay hambre y desempleo la guerra va a seguir. En los barrios menos favorecidos, donde no hay oportunidades, la gente se ve obligada a delinquir, a seguir en medio de la guerra. Para llegar a la paz también se necesita acompañamiento internacional, la verdad para mí el país no está preparado para afrontar solo la desmovilicen de las Farc”.

Llamado a la aceptación

Alejandro Eder, director de la Agencia Colombiana para la Reintegración, se refirió al proceso adelantado con miles de colombianos que han dejado las armas.

“Esto muestra que venimos construyendo la paz en Colombia como debe ser. Nuestro país está cambiando, el hecho de que estas personas que antes estaban cargando un fusil, hoy estén reintegrados como ciudadanos de bien, es un logro”.

“Esta graduación que se realizó a nivel nacional y que mañana (hoy) se realizará en Pitalito, es la primera este año. Aproximadamente son 1.500 personas por año que culminan la ruta de reintegración. En próximos años la cifra aumentará porque nos acercamos al grueso de los desmovilizados”.

“Estas personas hoy trabajan, tienen familia y son ciudadanos de bien. Tienen un pasado difícil pero lograron rehabilitarse. La sociedad no debe señalarlos, así no se construye la paz. La ciudadanía debe cuestionarse qué le va a aportar a la paz; hay que construirla entre todos y a los reintegrados hay que darles una oportunidad”.

‘¡Hoy tengo una nueva vida!’ 9 24 abril, 2024

En el acto de graduación que realizó la Agencia Colombiana para la Reintegración en Neiva, 12 personas recibieron su certificado.