Indignados y ofendidos

El insaciable apetito de acumulación de capital, domina a individuos y organizaciones, hasta el punto de justificar sus, acciones, decisiones, abusos y existencia, en la acumulación de riqueza.

Para ellos, el fin justifica los medios y los conceptos y práctica de ética y moral, solo tienen sentido cundo producen utilidad económica.
El comunismo y el capitalismo, en su condición de dogmas (religiones) político-económico-sociales, fracasaron. Demostraron ser incapaz de solucionar las necesidades básicas, de la humanidad.

Pero no hay que confundir. El socialismo civilizado es otra cosa.

Es inocultable la crisis financiera, económica, fiscal y laboral, europea en particular y planetaria en general. La creciente pobreza y miseria, en Estados Unidos (para muchos fue inimaginable), Latinoamericana, África, Asia, Medio Oriente etc., son innegables.

La ciencia y la tecnología, han facilitado el conocimiento de las causas de la inequidad socioeconómica, sus perversidades y sus consecuencias.

Son inocultables las protestas sociales en, España, Grecia, Portugal, Bulgaria, China, Egipto, Brasil, Gran Bretaña, Estados Unidos, Chile, Colombia,Medio Oriente, Italia, Francia, Turquía, entre otros. No se limitan a exigir aumentos de salarios.

La indignación es contra el régimen, contra los políticos, contra el sector privado, la banca, los medios y todo aquello que representa el centro del poder político y económico, ejercido secularmente por élites o sus secuaces incondicionales.

No hay mal que dure cien años ni cuerpo que la resista, dice el adagio popular.

Es la crisis inocultable del capitalismo salvaje, cuyo objetivo es someter y mantener dominado al hombre, al servicio del capital y de la riqueza. Es el régimen que mantiene a más de 3.000 millones de seres humanos viviendo en la pobreza y la miseria, para mantener su poder y dominación.
Es el régimen que hace de la guerra, la violencia, la corrupción, el chantaje, la persecución y el crimen, instrumentos de acumulación de capital y dominación, usurpación y negación de la soberanía de los pueblos.

Es el régimen en el que el fin justifica los medios y en el que la ética, la moral son obstáculos para alcanzar y mantener el poder y la riqueza. Fue lo único que entendió, estimuló y defendió el corrupto gobierno de Uribe.

Es el régimen que se opone a todo lo que signifique redistribución del ingreso y mejoría de las condiciones de vida para las mayorías. Es el régimen que prefiere la anarquía del poder y la debilidad institucional, antes que afectar los intereses de las élites, explotadoras del poder y las riquezas nacionales.

El malestar expresado, por diversos sectores colombianos empobrecidos y sin horizonte, debe ser solidario y sostenido. El paro anunciado para el 18 de agosto, debe convertirse en la notificación al régimen, que la solución de problemas socioeconómicos, es un derecho, de todos los humillados y ofendidos de la tierra y de Colombia. 

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