La Nación
COLUMNISTAS

Indisciplina escolar, síntoma psicosocial. por Carlos Bolívar Bonilla

La recurrente indisciplina escolar es un síntoma psicosocial. No es un malévolo capricho infantil. El niño indisciplinado revela de modo inconsciente un malestar y una inconformidad con quienes convive La recurrente indisciplina escolar es un síntoma psicosocial. No es un malévolo capricho infantil. El niño indisciplinado revela de modo inconsciente un malestar y una inconformidad con quienes convive, pues la crisis social se encarna en las relaciones intrafamiliares. Por supuesto que hablo de aquel niño que de manera constante agrede a sus compañeros, incumple sus tareas, desatiende al profesor y manifiesta poco o ningún aprecio por la escuela. Los maestros y directivos escolares que no indaguen, en cada caso, por las fuentes primarias del comportamiento indisciplinado, tienden a desgastarse en sermones y medidas punitivas que conducen a acentuar la actitud negativa del niño, a su expulsión o al abandono de la escuela. Si esto último ocurre el destino del niño suele dirigirse a un  futuro aciago, próximo al trabajo en condiciones de alto riesgo, a la vagancia, la iniciación en las drogas y la delincuencia. Si los maestros y psicólogos escolares no desean que lo anterior suceda, si admiten que ante tal panorama es preferible mantener al chico en la escuela, tienen que modificar su trato con él. Deben empezar por priorizar las demandas al escolar conflictivo, aplazando sus exigencias de rendimientos académicos uniformes, (como si el niño difícil fuera igual a los demás), para poner en primer lugar la construcción de una confianza básica con el chico. Este es el requisito que posibilita un diálogo constante acerca de sus condiciones de vida familiar: la calidad de sus vínculos afectivos, sus deseos, vocaciones, temores, uso del tiempo extraescolar, entre otros. Así, con seguridad, se conocerá mejor al niño y aparecerán los motivos del malestar subjetivo que le impide dotar de sentido la vida escolar. En la búsqueda de alternativas para superar la situación detectada es fundamental el compromiso de la familia. Si como por lo general pasa ésta no colabora mucho, profesores y psicólogos tienen que comprender que para este tipo de chicos la escuela es el único escenario posible donde hacerse conscientes de su situación, de lograr apoyo afectivo y desarrollo social. Constituye un éxito si uno de estos niños logra convertir la escuela en un nicho emocional de soporte para su crecimiento personal, no importa que su rendimiento académico sea mínimo. Educadores y psicólogos continuarán fallando si sólo desean ver en la escuela niños obedientes que rinden con sus tareas, mientras condenan a la calle a quienes con su indisciplina reclaman comprensión y un tratamiento diferente, basado en el afecto, la confianza, el estímulo de sus vocaciones y el dialogo sincero constante. La escuela, en estos casos, haría demasiado si ayuda a que estos niños entiendan que su malestar no nace en las aulas, pero que sólo mediante ellas se puede sobrellevar. *Docente Usco-Crecer