Infame atentado

Dentro del cúmulo de cosas insólitas por su sevicia e irracionalidad en el conflicto colombiano, ponen un punto muy alto aquellos que, sin más argumentos que la inagotable estupidez, decidieron destruir con un bombazo un albergue infantil y dos aulas escolares en el corregimiento de Balsillas, jurisdicción del municipio de San Vicente del Caguán, en la ruta que comunica a Neiva con ese centro ganadero caqueteño. Dentro del cúmulo de cosas insólitas por su sevicia e irracionalidad en el conflicto colombiano, ponen un punto muy alto aquellos que, sin más argumentos que la inagotable estupidez, decidieron destruir con un bombazo un albergue infantil y dos aulas escolares en el corregimiento de Balsillas, jurisdicción del municipio de San Vicente del Caguán, en la ruta que comunica a Neiva con ese centro ganadero caqueteño. Bien lo dijo el gran científico Albert Einstein: “Sólo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y no estoy seguro sobre el universo”, y de ello han dado claras muestras quienes decidieron usar, en el más bárbaro acto, cargas explosivas de alto poder destructivo para cercenar lo poco que tenían unos 60 niños de esa martirizada zona, a cual más exuberante y pródiga en naturaleza pero asolada durante muchos años por los tenebrosos alcances del largo conflicto armado nacional. No hay duda ninguna de que se trata, como lo han calificado las autoridades, de una manifiesta infracción a las elementales normas del Derecho Internacional Humanitario (DIH) y de la Ley de Infancia y Adolescencia. Justo en medio de conversaciones de paz, en las que se esperaría por lo menos la disminución de la intensidad de las confrontaciones que afecten, de manera directa o colateral, a la población civil, se registra este atentado que destruyó parte de un sueño luego de la masacre en junio de 2007 que obligó a los menores a abanadonar el centro docente donde se perpetró el múltiple crimen. Y más aún cuando se trata de un establecimiento público, construido con numerosos esfuerzos de todas las partes, luego de una lucha sin cuartel librada por la comunidad, pero que además, no es un objetivo militar. Pero además, ubicado en un territorio duramente afectado por la violencia y una comunidad que reclama en medio de las hostilidades acciones de paz.  Y ocurre en una zona que confiaba en que los diálogos de paz, para poner punto final al conflicto armado, sería una esperanza. La acción terrorista demuestra la miopía de sus autores, la falta de visión política, la crueldad reiterada en cada acto y la flagrante violación al Derecho Internacional Humanitario. ¿Cómo restablecer la confianza en esa zona cuando le destruyen un centro docente, ajeno al conflicto, pero además, construido como un símbolo de convivencia pacífica? Balsillas, aislada por los derrumbes ocurridos en diciembre, espera ahora la reconstrucción de su escuela y el restablecimiento de las vías interrumpidas, una causa común que debemos comenzar. “La acción terrorista demuestra la miopía de sus autores, la falta de visión política, la crueldad reiterada de sus actos y la flagrante violación al Derecho Internacional Humanitario”. Editorialito Aunque el rector de la Usco Eduardo Pastrana recibió el respaldo del Consejo Superior para continuar en el cargo, debe garantizar el desarrollo institucional. El respaldo más que un espaldarazo es un clamor para evitar traumatismos.