La Nación
EDITORIAL

Injusta condena

Ha despertado enorme interés el caso de la destacada científica colombiana, payanesa para más señas, la doctora en oncología Ana María González, considerada como una de las cinco mayores expertas de cáncer en el mundo, quien acaba de ser condenada a diez años de prisión por el supuesto envenenamiento de otro médico con quien sostenía una relación sentimental. El asunto, de jurisdicción del Estado de Texas, Estados Unidos, tiene ribetes de impacto en el país por la nacionalidad de la involucrada, su impresionante trayectoria científica, el entorno  del caso y la enorme rapidez con que fue desarrollado el juicio, amén por supuesto del morbo que despierta el hecho de un supuesto envenenamiento por obsesión pasional entre dos personajes de ese nivel.

Pero queremos hacer hincapié en cuánto de ejemplo tiene este caso para el Sistema Penal Acusatorio que se intenta, a trompicones, implementar en Colombia, eso sí aún sin el llamado “jurado de conciencia”, que ya tuvo vigencia acá hasta 1990 y durante 140 años, cuando la Corte Suprema sepultó este elemento que los más calificados tratadistas y doctrinantes, desde los clásicos como Enrique Ferri y Francisco Carrara, hasta los actuales, descalificaban. Para ellos esto es justicia irresponsable y teatral, bufonada de pies a cabeza y parodia de la justicia, con mecanismos materiales y humanos que incidían gravemente en el curso de los juicios e, inclusive, se los señalaba como factor preponderante de impunidad.

Lo que ha padecido la destacada doctora colombiana es un acto de linchamiento a través de esta figura que, en Estados Unidos, es inamovible históricamente pero que se presta para actos de completa injusticia. No sabemos si la científica es culpable o inocente, pero lo que se ha dicho en todos los medios internacionales serios es que ha sido condenada sin existir plena prueba ni evidencia contundente de que sea ella la autora del envenenamiento, y que la Fiscalía texana se basó más en conjeturas y nexos causales y casuales para convencer al jurado popular, que en pruebas y elementos técnicos creíbles.

Y creemos necesario hacer la pregunta de si era viable o no que la Cancillería colombiana se ocupara de prestar asesoría, asistencia o por lo menos algún acompañamiento legal o siquiera diplomático a la doctora González, de quien en todo momento debió presumirse su inocencia – como lo ordena nuestra Constitución Política – o simplemente nuestro Gobierno decidió dejarla a su suerte sin considerar ni su nacionalidad ni su destacada trayectoria ni el arraigo de su familia, algunos de cuyos miembros han prestado notables servicios al país. En el juicio fue evidente la estigmatización contra la acusada, simplemente por su condición de ser colombiana.

Es un caso decepcionante de cómo opera la justicia en la nación que muchos llaman la democracia más fuerte del mundo; un grupo de personas que, solo con el impulso de su conciencia, sus prejuicios y su condición racial y de nacionalidad, sin pruebas evidentes, decidieron la vida de una mujer cuyos méritos son ampliamente reconocidos en el planeta.

“No sabemos si la científica es culpable o inocente, pero lo que se ha dicho … es que ha sido condenada sin existir plena prueba…”

Editorialito

Neiva será subsede del Mundial de Futsala en el 2016, según el acuerdo entre la Federación Internacional de Fútbol Asociado  (Fifa),Coldeportes,  la Federación Colombiana de Fútbol y la Alcaldía de Neiva. Excelente oportunidad para el Huila.