La Nación
COLUMNISTAS

Inteligencia sexual. Por Maritza Rocío López V.

La sexualidad para algunos constituye un tema tabú de difícil abordaje, para otros se encuentra ligado más a los instintos que a la inteligencia.  .  En el año 2002, los Psicólogos Sheree Conrad y Michael Milburn, profesores e investigadores de la Universidad de Massachussets-EUA, acuñaron el término “Inteligencia  sexual”, que se basa en medir la capacidad erótica de la persona y es parte de la Inteligencia emocional descrita por Daniel Goleman. La Inteligencia sexual  es una capacidad que todos pueden desarrollar, requiere autodisciplina y esfuerzo.  Esta teoría se basa en  tres pilares  consecutivos: El primero de ellos consiste en adquirir conocimientos precisos para adentrarse en la relación de pareja. Quienes son sexualmente inteligentes poseen información científica precisa acerca de la sexualidad humana, guían sus decisiones y su conducta sexual, combatiendo mitos y tabúes arraigados en la sociedad e interiorizados a través de la cultura popular, la religión y la familia. Una vez liberados de las mentiras del sexo, el segundo paso se encuentra en descubrir el propio sexo, averiguar qué atrae, qué se prefiere y cuáles facetas de la conducta erótica plantean dificultades. Este pilar alberga los pensamientos, sentimientos y emociones que hacen que la vida amorosa sea más gratificante y duradera. El tercer pilar de la inteligencia erótica tiene que ver con la conexión con los demás, implica a otras personas. Para adquirir una buena sexualidad, es preciso abrirse a los demás. Una persona no alcanza un alto grado de inteligencia sexual hasta que domina ciertas habilidades sociales o interpersonales, que incluyen la capacidad de hablar con la pareja sobre la vida sexual y de comprender al amante.  Implica aprender a ser sinceros consigo mismos y con la pareja, sobre quién se es sexualmente. La inteligencia sexual es algo que toda persona puede aspirar razonablemente y trabajar para conseguir, ayuda a conocerse, valorarse,  liberarse del miedo, la culpa, la vergüenza, conlleva a que las personas se sientan capaces de informarse y aprender más acerca de la sexualidad, a descubrir que el sexo es mucho mejor cuando hay amor, apertura y respeto hacia los demás. Ayuda a responder de manera efectiva ante el medio. Más allá de los detractores de este nuevo concepto, considero que, siempre que las personas pongan en práctica cualquier teoría y ésta les facilite su crecimiento personal, a conocerse, sentirse más libres y plenos con su cuerpo y sus recursos psicológicos; entonces, que pase a engrosar las filas de los temas de autoayuda existentes.