La Nación
OPINIÓN

Jóvenes: un reto llamado adultez (Parte II)

La vida del joven adulto transcurre en una nebulosa de ideas y de deseos que son propias de su edad y por supuesto de la época en que vive.

Es claro que el mundo actual pareciera estar diseñado para gente joven con los avances tecnológicos al alcance de la mano que les permiten sentirse como pez en el agua.

La tecnología sin embargo ha creado una forma de seres dependientes del acceso y el alcance de los dispositivos que en un principio se suponía haría de nuestras vidas algo mejor.

Y por supuesto que lo hacen pero al mismo tiempo destruyen un elemento fundamental en cualquier sociedad, la interacción en tiempo real.

El joven debería estar sumergido en el mundo de la tecnología pero no por las razones más obvias y simples como son los paquetes de chat y redes sociales que inundan el mercado.

Los avances tecnológicos deberían canalizarte a través de la educación y crear verdaderos centros de formación que fomenten la implementación de nuevas tecnologías a la par de un mercado laboral ávido de estos nuevos profesionales.

Quien creyera que un país tan pequeño como Singapur, con un área diminuta en extensión, le apostara a la educación con énfasis en tecnología logrando hoy el reconocimiento del mundo entero por convertirse uno de los famosos tigres asiáticos.

Aquí en Colombia, esto pareciera ser un cuento chino más, no por la falsedad en lo dicho sino por la falta de liderazgo a la hora de implementar este tipo de tecnologías.

Sin mucho que encontrar en las páginas de clasificados de los periódicos, el joven centra más su interés (como no) en qué cargo quiere llegar a tener, y no en su potencial de emprendimiento.

Raro ver en las noticias como una nota positiva que un grupo de jóvenes esté llevando a cabo un interesante proyecto productivo, y que adicionalmente genere empleo a quienes así lo requieren.

Y cómo no pensar que aquella noticia es bastante rara teniendo en cuenta las trabas y papeleo que cualquier persona (joven o no) debe enfrentar para crear empresa, sumándole adicionalmente a ello, la carga tributaria que debe llevar a cuestas.

Si el joven se le pone de presente un trabajo medianamente bien remunerado y la posibilidad de hacer empresa, lo más seguro es que se vaya por la primera.

El problema es encontrar ese trabajo decente y medianamente bien remunerado.

Las universidades pecan y lo hacen de manera grave al ofertar sus programas sin antes haber hecho un estudio del mercado laboral que permita establecer al menos en un porcentaje considerable, que sus egresados estarán trabajando en un cargo acorde a su profesión.

Se incumple entonces con el artículo constitucional del derecho al trabajo, que establece que el trabajo es un derecho que incluye el poder laborar en lo que uno le gusta (palabras más palabras menos).

Es por ello que se debe reforzar la idea del emprendimiento en los jóvenes, sin que esta idea se tergiverse a tal punto que los nuevos jóvenes empresarios lo sean en razón a una discoteca, un restaurante o peor aún, una local de apuestas deportivas online.