Por: Flora Perdomo Andrade
En reciente columna, titulada, La Primavera Colombiana, Daniel Samper Pizano, uno de los más autorizados líderes de opinión, compara la movilización juvenil en Colombia con las manifestaciones en una amplia zona islámica conocidas como la Primavera Árabe. Uno de los apartes que me ha llamado profundamente la atención ilustra: “Más importante que lograr algunas conquistas a expensas del sacrificio de anchas zonas de la población es conseguir un cambio en la relación del gobierno y los ciudadanos para que se los oiga y atienda y se pacten soluciones estables de fondo. Diálogo plural, concertación y transparencia”. En el mismo sentido, Rodrigo Uprimny Yepes, reconocido jurista y connotado columnista señala: “La crisis que estamos viviendo admite lecturas y salidas diversas, incluso opuestas. Una visión optimista afirma que estas movilizaciones son nuestra primavera democrática pues la ciudadanía está saliendo a las calles a reclamar la solución de problemas no resueltos acumulados”.
Ahora bien, justo es admitir el papel protagónico que han desempeñado los jóvenes en la oleada de manifestaciones de mayo de 2021. Pero que piensan, sienten y quieren los jóvenes en Colombia?. la Tercera Medición de la Gran Encuesta Nacional sobre Jóvenes – Mayo 2021 de la Universidad del Rosario, Cifras y Conceptos y El Tiempo trae datos reveladores. La confianza de los jóvenes en las instituciones, especialmente de la Presidencia y la Policía Nacional, apenas llega al 9 y 13 % respectivamente; en contraste, dentro de las instituciones en las cuales confían los jóvenes están las universidades públicas (58%) y las redes sociales (51%).
Sin embargo, en medio del escepticismo que muestra esta cifra, en la democracia hay una luz de esperanza para la nación. Los jóvenes encuestados en un 87% consideran que votar es una forma de ayudar a transformar y cambiar el rumbo de la nación y el 89% de los jóvenes entrevistados piensa votar en las elecciones de Congreso y Presidencia de 2022. Esto significa que los jóvenes a pesar de las circunstancias se aferran a un hilo de esperanza y apuestan por la vía democrática como el medio para llevar a cabo la transformación de la sociedad.
Pero no todo es color de rosa. El estudio muestra como en medio del caos los sentimientos que más afloran en los jóvenes son la tristeza, la ira, el miedo y la frustración. La encuesta revela que solo el 5% de los jóvenes se sienten alegres; a su vez la tristeza (33%) es la emoción que más predomina en este momento en los jóvenes. Estas emociones parecen estar directamente relacionadas con los problemas que identifican prioritariamente: falta de empleo (74%), la pobreza (53%) y la corrupción (48%). No obstante, siempre habrá una luz al final del túnel: “los jóvenes que marchan no solo tienen rabia y miedo sino también esperanza. Una esperanza que es la del país mismo”, sabia expresión del reconocido investigador Mauricio García Villegas.
Exacerbados los ánimos, el 84% de los jóvenes encuestados se siente representado por el actual Paro Nacional, especialmente por las organizaciones estudiantiles, por lo que el 63% de los jóvenes afirmó que se ha manifestado de alguna forma, bien sea en redes sociales, marchas en las calles, debates con la familia, cacerolazo, debates con amigos, debates con compañeros de trabajo o estudio, velatones, y en las calles mediante bloqueos y sienten que están protestando en rechazo al Gobierno Nacional (91%) y en rechazo a la violencia (87%). Pero eso no es todo. Retomando a García Villegas en Los Jóvenes que Marchan, sostiene: “hay algo que se viene incubando desde hace muchos años, muchas décadas, y que está en el centro de las protestas actuales. Me refiero a la insatisfacción de los jóvenes, que son la gran mayoría de los que están protestando, a su sensación de que tienen un futuro incierto o, peor aún, ciertamente adverso, a su percepción de que están en una sociedad que no los reconoce. Estas marchas son, entre otras muchas cosas, una protesta contra esa falta de reconocimiento.
En conclusión, los argumentos esgrimidos permiten afirmar que la manifestación de los jóvenes de mayo de 2021 denota un decidido interés por participar en la vida democrática del país. Por esta razón, más allá de la obtención de logros aislados o puntuales que conlleven a pactos para superar la crisis coyuntural se deben mover las estructuras institucionales para lograr una participación y deliberación permanente y garantista de los jóvenes en la nueva arquitectura de la nación. Para empezar, proponemos legislar con mensaje de urgencia sobre la ley de cuota de jóvenes en las listas a corporaciones públicas para que de manera obligatoria y progresiva se avance en fórmulas de inclusión real y efectiva de la juventud, creando mecanismos para que lleguen a instancias de decisión donde su voz sea vertida en políticas públicas a través de acuerdos, ordenanzas y leyes, inspiradas en sus sueños, sus entornos, su capacidad creativa y de innovación y especialmente en su alegría que es el color de la primavera.