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La agenda política en las galas papales 3 20 abril, 2024
ACTUALIDAD POLÍTICA

La agenda política en las galas papales

RICARDO AREIZA/LN

Movido por los aires de cambio que se agitaban en el planeta, Pablo VI fue el primer papa que pisó tierra latinoamericana. El pontífice llegó a Colombia en 1968, cinco años después de haber sido nombrado. Estuvo tres días y sólo permaneció en Bogotá y unas pocas horas en Mosquera, suficientes para provocar el sacudón que la institucionalidad necesitaba.

El papa Juan Pablo II visitó once ciudades colombianas durante siete días en 1986 y su agenda también encarnaba claros designios.

El tercero será Francisco, quien estará cuatro noches y cinco días en cinco ciudades colombianas, entre ellas Villavicencio, epicentro del conflicto armado, la clave de la gira.

El máximo jerarca del catolicismo mundial se reunirá esta vez con víctimas y actores del conflicto, con población vulnerable, y repetirá ante las multitudes su opción preferencial por los desvalidos como lo hizo Pablo VI hace 49 años.  Las tres visitas, por coincidencia enmarcan tres galas históricas, cargadas de significados

SIGNOS DEL TIEMPO

La primera gala pastoral de Giovanni Batitsta Montini, el nombre civil de Pablo VI, se realizó,  en un contexto internacional particularmente agitado y en un mundo que reclamaba cambios. La Iglesia, como lo planteó el Concilio Vaticano II y se ratificó en el Congreso Eucarístico de Medellín, tenía que adecuarse a esas exigencias y adaptarse a los “signos de los tiempos”.

De hecho, un año antes,  el 26 de marzo de 1967, promulgó la encíclica ‘Populorum progressio’ que ambientaba esas banderas. El documento denunciaba el desequilibrio entre países ricos y pobres, criticaba al neocolonialismo, al capitalismo y al colectivismo comunista.

Además, defendía el derecho de todos los pueblos al bienestar y a rebelarse incluso con la fuerza contra un régimen opresor.

La encíclica inspiró el surgimiento de movimientos cristianos como Misioneros Siervos de los Pobres del Tercer Mundo  en Argentina con el aval de 400 sacerdotes de ese país y suscrito por otros 500 de varios países latinoamericanos.

Luego aparecieron otras corrientes similares lideradas por el obispo brasileño Hélder Cámara como Sacerdotes para América Latina (SAL) inspirado por el grupo ‘Golconda’  Sacerdotes en Cristo Libertador, Cristianos por el Socialismo y Comunidades Eclesiales de Base, entre otros.

HISTÓRICA GIRA

El papa Pablo VI, llegó el jueves 22 de agosto de 1968, en las horas de la mañana al aeropuerto Eldorado de Bogotá. La comitiva que lo recibió estaba integrada entre otros por por el presidente de la República, Carlos Lleras Restrepo; el arzobispo de Bogotá, cardenal Luis Concha Córdoba, el administrador apostólico de la arquidiócesis de Bogotá, Aníbal Muñoz Duque; el alcalde de  Bogotá Virgilio Barco Vargas, numerosos personajes del gobierno, de la sociedad y de la Iglesia.

Por la tarde asistió a la ordenación de sacerdotes en el mismo templete circular erigido especialmente para la ocasión en el campo eucarístico (hoy Parque Simón Bolívar).

Al día siguiente, el viernes 23 de agosto, se entrevistó con el presidente de la República, luego sostuvo un breve encuentro con campesinos de Mosquera, presidió la primera eucaristía saludó al cuerpo diplomático.

El sábado 24 celebró una misa en una pequeña capilla en el barrio Venecia, bendijo a varios enfermos y luego inauguró en la catedral primada la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano con 247 participantes.

El evento buscaba nada menos que adaptar la vida de las iglesias a los cambios conciliares y convertirla  efectivamente “signo e instrumento” de salvación, e insertarla como pieza fundamental en los procesos de cambio social que experimentaba el continente. Aunque no abordó todos los derroteros esbozados en la cumbre del Celam en Medellín tomaron fuerza teorías como la salvación como liberación en la historia, la sacramentalidad de la iglesia desde la pobreza, y su compromiso total con los pobres y marginados. De hecho estas opciones como la dimensión política de la fe y la relación entre desarrollo y salvación fueron el origen de la teología de la liberación que marcó en iglesia latinoamericana un rumbo de transformación.

A pesar de la brevedad de su primera gira, la agenda política de Pablo VI abrió un nuevo aire de renovación.

LA PAZ DE CRISTO

La segunda gala pastoral la realizó el Juan Pablo II entre el primero y el 7 de julio de 1986, siete meses después de dos tragedias que conmovían al país:

La violenta toma del Palacio de Justicia, el miércoles 6 de noviembre de 1985, por un comando guerrillero del M-19, en pleno corazón de Bogotá, con 350 rehenes, entre ellos magistrados, servidores judiciales y visitantes.

Una semana después. El 13 de noviembre de 1985 se produjo la erupción del volcán Nevado del Ruiz que dejó 23.000 muertos. La tragedia sepultó a la población de Armero (Tolima), incluida en la agenda de la visita papal.

Los esfuerzos del presidente Belisario Betancourt para cristalizar la paz con los movimientos guerrilleros no habían dado resultados.

Adicionalmente, Colombia soportaba con indignación otra guerra declarada por la mafia desde 1984 cuando el cartel de Medellín asesinó al ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla.

Juan Pablo II, el primer papa polaco de la historia, desafió el miedo y el dolor de las víctimas y habló de resurrección y de esperanza. Ese fue el sentido de su agenda pastoral pero también política marcada como ahora, con el lema  ‘Con la paz de Cristo por los caminos de Colombia’.

El mensaje del papa peregrino, cuyo nombre secular es Karol Wojtyła, encarnaba hace 31 años, el mismo mensaje: Perdón y reconciliación.

En el mismo lugar, bajo la lluvia, el prelado recordó ante millares de fieles que se congregaron en el parque Simón Bolívar, toda la tragedia de la violencia generada en el país y le pidió de frente  a la guerrilla “a poner fin a la destrucción y a la muerte de tantos inocentes en campos y ciudades”.

A lo largo de sus casi 27 años de pontificado medió en múltiples conflictos, condenó la guerra y  censuró de frente la carrera armamentista.

“Por los caminos de Colombia que ahora comienzo a recorrer, deseo ser para vosotros el mensajero de los bienes mesiánicos de salvación y concretamente del don por excelencia: la paz”, insistió Wojtyła.

“Que todos seáis sembradores de la paz sin fronteras de tiempo y lugar”, exclamó el sumo Pontífice al concluir su gira con una clara agenda política: “Para lograr la paz que -exige perdón y reconciliación-, el primer paso, que estoy seguro que daréis cada uno de vosotros, es el desterrar de los corazones cualquier residuo de rencor y de resentimiento. Los años de violencia han producido heridas personales y sociales que es necesario restañar”, apuntó el prelado, canonizado en 2014 por el papa Francisco.

“Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde”, subrayó.

EL PRIMER PASO

Curiosamente, los frutos de la paz que reclamaba Juan Pablo II, los viene a recoger su sucesor, Jorge Bergolio, su nombre secular, el primer papa latinoamericano en llegar al solio de San Pedro.

El jerarca jesuita, el tercer papa que visita a Colombia, llega con un claro mensaje de reconciliación y perdón, como su antecesor. Y por supuesto, izando la bandera de la paz, que ha estimulado desde su encumbrado trono.

Coincidencialmente, ese primer paso, que proclama el eslogan oficial de la visita del papa Francisco, lo consagra su principal agenda.

Su mensaje como el de sus antecesores tendrá una honda repercusión en esta coyuntura excepcional, marcada por el desmonte definitivo de las Farc, uno de los principales actores de la guerra interna, y su conversión en  un movimiento político. Pero también en medio de unos diálogos de paz con la única guerrilla que queda, en un ambiente de cese de hostilidades y los anuncios de eventual sometimiento de ‘Los Urabeños’, la principal banda paramilitar de nueva generación.

Y por supuesto, en medio de una incompresible polarización, agudizada por un sector político que se opone a una salida negociada.

El papa argentino, de 81 años, llegará hoy a Colombia con en una gira apostólica, pero con una agenda política en favor de la paz, la reconciliación y el perdón.

“La visita del Papa Francisco es un momento de gracia y alegría para soñar con la posibilidad de transformar nuestro país y dar el primer paso”, aseguró monseñor Fabio Suescún, director ejecutivo de la gira papal.

“Dar el primer paso significará reconocer el sufrimiento de otros, perdonar a quienes nos han herido, volvernos a encontrar como colombianos, entender el dolor de los que han sufrido, sanar nuestro corazón, descubrir el país que se esconde detrás de las montañas y construirlo en paz. “Será volver a acercarnos a Jesús, volver a encontrarnos con el amor de nuestras familias, desarmar las palabras con nuestro prójimo y tener compasión con quienes han sufrido”

El mensaje en video que envió anticipadamente Francisco, el asesor de Pedro, no podía ser más contundente: “Dar el primer paso nos anima a salir al encuentro del otro y extender la mano y darnos el signo de paz. Y la paz es la que Colombia busca desde hace mucho tiempo y trabaja para conseguirla. Una paz estable y duradera, para vernos y tratarnos como hermanos, nunca como enemigos”.

 

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Pablo VI, en su primera gala en 1968.

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Juan Pablo II, adolorido por la guerra exploraba también aires de paz.