Si antes de cada acción nos detuviésemos a pensar en sus eventuales repercusiones, nos ahorraríamos muchos dolores de cabeza. Bien definido lo tiene la sabiduría tibetana: «El sabio reflexiona antes de actuar, el necio se arrepiente después de errar».
«Ten cuidado. En tu momento más alto, es cuando el diablo viene por ti». Este fue el consejo que le dio Denzel Washington a Will Smith, galardonado con el Oscar a mejor actor en la 94 edición de los premios de la Academia, tras la agresión al comediante Chris Rock a raíz del desafortunado comentario sobre la condición médica de su esposa Jada Pinkett.
Siempre se ha dicho que la impulsividad nunca ha sido buena consejera y es allí justamente donde la capacidad reflexiva se constituye en piedra angular a la hora de mantener a raya nuestros estilos comportamentales. Es tal su importancia que para Daniel Goleman, experto en inteligencia emocional: «Tal vez no haya habilidad psicológica más esencial que la de resistir al impulso».
En ese orden de ideas cobra vital importancia la forma en que enfrentamos a diario las emociones negativas que ponen a prueba nuestra capacidad de control. Si bien predecir la magnitud de las acciones no es fácil, sí resulta necesario evitar a toda costa que tomen el control de nuestra vida. Por consiguiente, es imperativo ponerle freno y pensar antes de actuar para no tener luego de qué arrepentirnos.
Mantener dominio sobre el comportamiento equivale a no actuar bajo impulsos repentinos que si bien en principio apaciguan la tensión, con posterioridad podrían desencadenar sentimientos de vergüenza y arrepentimiento al reconocer que nos hemos equivocado y es ahí, precisamente, donde debemos asumir las consecuencias de nuestros actos.
Al margen de tales reacciones ¿qué hacer entonces para fomentar el autocontrol?
Aun cuando el comportamiento humano es impredecible, antes que nada, es prioritario tomar conciencia de la situación y a renglón seguido fomentar una disciplina mental que posibilite el redireccionamiento de los impulsos de manera asertiva y eficaz, de tal manera que propicie estados emocionales positivos que conduzcan a restablecer el bienestar interior y de considerarse necesario, buscar ayuda profesional.