La Justicia condenó esta semana por los delitos de cohecho por dar u ofrecer y daño informático agravado al empresario Carlos Mattos, tras haber sido encontrado culpable de sobornar funcionarios judiciales para obtener decisiones favorables a su empresa. La decisión la tomó un juez de Bogotá, que lo condenó a 11 años y cuatro meses de cárcel. Además determinó el togado que Mattos, deberá cumplir la sentencia en un centro carcelario.
Mattos, uno de los empresarios con más renombre a nivel nacional, era investigado desde el año 2016 cuando la casa matriz de Hyundai en Corea rompió relaciones luego de 25 años con la casa automotriz en Colombia, de la cual él era su representante en territorio nacional. El empresario asumió entonces una batalla legal en la que al poco tiempo se advirtieron irregularidades.
Para la Fiscalía General de la Nación, la acción del empresario no tenía otro fin más que el de direccionar a un despacho específico la demanda presentada por Hyundai Colombia Automotriz S.A., contra Hyundai Motor Company de la República de Corea.
Según las investigaciones, Mattos entregó $700 millones a funcionarios judiciales para que una medida cautelar quedara en manos del exjuez Sexto Civil Reinaldo Huertas, que lo benefició para quedarse con la representación de la marca en Colombia.
La condena de 11 años y cuatro meses de cárcel contra Carlos Mattos es una sanción, sin lugar a dudas, ejemplarizante contra quien buscó ‘torcer’ la administración de Justicia en Colombia. Es además un mensaje aleccionador contra los que están acostumbrados a intentar comprarlo todo con dinero y permanentemente están buscando burlarse de la acción de las autoridades.
Con el caso Mattos, la Justicia estaba a prueba. Esta semana, ha demostrado haber dado un paso en el sentido correcto al condenar a quien buscó corromperla.