La Nación
La confianza del turista 1 25 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

La confianza del turista

Albeiro Castro Yépez

 

La pandemia como cotidianamente se repite, frenó la economía del mundo creando un singular estribillo “don Covid-19 acabó con todo”, particularmente el turismo como actividad económica perdió el auge y por supuesto, el crecimiento constante de sus principales indicadores de productividad, pero el indicador más representativo sin lugar a dudas es la confianza del turista, consumidor que somatizó el miedo al contagio del Covid-19 absteniéndose de visitar destinos turísticos y en consecuencia, afectando severamente a los prestadores de servicios turísticos,  unos han logrado sobrevivir, otros sucumbieron y algunos hacen ingentes esfuerzos por mantenerse a flote.

Ante esta realidad, la Organización Mundial del Turismo auscultó el mercado con el propósito de identificar tendencias que apunten a la reactivación del turismo como actividad económica, una de ellas, está relacionada con la necesidad de crearle al turista la percepción de confianza, esto es, que, tanto el destino como los prestadores de servicios turísticos han implementado las normas de asepsia requeridas para evitar el contagio del Covid-19. En este sentido, la OMT sugirió la creación de sellos de seguridad, en Colombia el MINCIT creó el Sello Check In Certificado, y si bien, se han logrado importantes avances, todavía no se percibe cobertura universal. Adicionalmente, cuando la ciencia no tenía el suficiente conocimiento para batallar contra el virus, el gobierno colombiano promulgó la Resolución 666 de 2020 creando un cumulo de restricciones y exigencias sanitarias para facilitar la operación mercantil y particularmente la turística, hoy con mayor conocimiento científico se ha expedido la Resolución 223 que flexibiliza la anterior trazando los cuatro lineamientos básicos para el normal desarrollo de la vida social, productiva y recreativa.

El nuevo mundo, esto es, la época pos Covid-19 le exigirá a los municipios y regiones turísticas  certificarse como destino turístico sostenible, induciendo a sus respectivos prestadores de servicios turísticos a asumir igual decisión, particularmente recobran vida dos exigencias, una social y otra empresarial. En lo social obliga asumir de nuevo el olvidado código de higiene y urbanidad, hoy inmerso en las resoluciones 666 y 223, y en lo empresarial, se reviven las exigencias de la antigua normatividad de higiene y manipulación de alimentos, así como, las de limpieza de los espacios abiertos al público, dormitorios, áreas sociales y recreacionales. Nada novedoso, solamente costumbres que por vanidad o esnobismo se les cambia la denominación con el propósito de descrestar ingenuos.

En suma, más que cuantiosas inversiones en nuevos modelos económicos, infraestructura y tecnológicas, tanto destinos como prestadores de servicios turísticos nos debemos aplicar en ganar la confianza del turista, para que nos visite sin miedo, sin restricciones consumiendo servicios y productos turísticos de calidad, elaborados con estrictas normas de asepsia, concepto que privilegia las actividades de contacto con la naturaleza.