La Nación
La cultura de la violación 1 25 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

La cultura de la violación

Andrea del Pilar Bautista Perdomo

Para justificar nuestros desaciertos como sociedad, nos hemos inventado la imagen del violador perfecto: hombre pobre y aislado, enfermo mental y agresivo, es decir, un sujeto ajeno a nuestra realidad; hablamos de los violadores (y de la violación) como si no pudiésemos encontrarlos en nuestra propia casa, barrio o puesto de trabajo. Rita Segato dice que el crimen sexual se encuadra en relaciones de poder, no concierne a lo genital precisamente, denotando la violación un mecanismo político de control sobre las mujeres y/o lo femenino, relaciones de fuerza entrelazadas a formas de subordinación. Estas apropiaciones a los cuerpos femeninos se expresan desde la infancia, de allí lo importante de politizar la enseñanza, dejar de limitarles los espacios y tiempos a nuestras hijas por miedo a no ser violadas y empezar a educar a nuestros hijos para que no sean violadores. Incluso, hemos encasillado la violación a la estricta necesidad de agresión física, es decir, si el abusador no golpea, no cuenta.

Les estamos diciendo a las víctimas que tienen que quedar ensangrentadas sobre la calle, o habérsele mutilado algún órgano, o yacer sus cuerpos putrefactos en algún río, para que su historia sea considerada una violación. Porque si no, o quiso, o se dejó, o estaba cumpliendo sus labores dentro de la relación, o “para qué toma de más si ya sabe lo que le pasa”, o “eso no cuenta porque ella no forcejeó”, como si el hecho de ser tocadas a algunas no nos dejara frías, muertas del miedo y del asco, carentes de respuesta. Violación hay cuando obligo a mi novia a tener relaciones sexuales, con o sin agresión física, ya sea a partir de chantajes: “¿es que acaso ya no me deseas?”, “después no te quejes de que no te miro”, “por ti nuestra relación no está funcionando”.

Violación hay cuando le meto los dedos a mi familiar borracha. Violación hay cuando intento drogar a mis amigas para que “cedan” al acto sexual. ¡Violación hay cuando no hay consentimiento! No son situaciones aisladas, sino el resultado de toda una arremetida patriarcal por la apropiación de los cuerpos femeninos, de tu cuerpo, del mío, del de tus amigas. Invito a que nos permitamos cuestionarlo todo y no sigamos legitimando la cultura de la violación.

Nota: Este artículo fue escrito por Valentina Andrade Bautista, estudiante de Derecho y feminista. Hoy le cedo mi espacio.