La Gruta Simbólica

En plena Guerra de los Mil Días nació por casualidad esta tertulia en la ciudad de Bogotá.

El autor del libro “Así fue La Gruta Simbólica”, el periodista Fabio Peñarete, narra que a pesar del toque de queda decretado por el gobierno de Marroquín y Sanclemente, en una noche, en los últimos días de 1899 o principios de l900, se celebraba deliciosa cuchipanda en cierto restaurante de la calle 11, frente a la puerta falsa de la catedral.

Los camaradas se llamaban Julio Flórez, Luis María Mora, Carlos Tamayo, Julio de Francisco , Ignacio Posse Amaya, Miguel A. Peñarredonda y Rudesindo Gómez, quienes al salir del establecimiento al filo de la media noche, fueron sorprendidos sin salvoconducto por una patrulla de soldados.

Por intermedio de Carlos Tamayo les pidieron a los soldados que los condujeran al domicilio de un médico, pues tenían un enfermo grave en una de sus casas.

La patrulla aceptó y los acompañó hasta la cercana residencia de Rafael Espinosa. Enrique Santos “Calibán”, en uno de los prolegómenos del libro en comento, hizo la siguiente descripción: “nunca antes se había reunido grupo tan brillante de amantes de la belleza. Poetas inmortales como Julio Flórez, Federico Rivas Frade, Enrique Alvarez Henao y tantos más. Unidos a genios del gracejo sutil, picante y delicioso, y grandes poetas también, como Clímaco Soto Borda, Jorge Pombo, posteriormente, el Jetón Ferro, y los jóvenes de entonces como Guillermo Valencia, Carlos Villafañe, Gómez Jaime, Rasch Isla. Todos se encontraban en el día y de noche en el salón de la vieja casa de Rafael Espinosa Guzmán, verdadero mecenas y cultivador de todas las formas de la belleza, o en la de Rivas Frade. Allí, también asistían Luis María Mora, Diego Uribe, los Tirado Macías, Roberto Vargas Tamayo, Emilio Murillo, Martínez Rivas y muchos más, que reposan ya en el cementerio”.

Don Rafael Espinosa Guzmán, quien utilizaba el seudónimo de Reg, fue el creador, orientador y espléndido mecenas de la Gruta Simbólica. Como antes se dijo, su casa de habitación se convirtió en el principal escenario de tan extraordinario cenáculo de intelectuales donde brindaba espléndidas atenciones a los contertulios. Precisamente uno de ellos, Julio de Francisco, le dedicó la siguiente décima: “Mecenas de hidalgo porte, / caballero medioeval/ que derrochas tu caudal/ en la bohémica corte. / La tolerancia es tu norte; / la diversión, tu elemento; / tu preferido, el talento; / tu único afán, la alegría, / y tu mayor ufanía, / dar de beber al sediento”.

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