Germán Palomo García
La informalidad, que no se generó por la pandemia del Covid-19 sino que esta la afloró y lamentablemente la oficializó como un recurso inmediato para generar ingresos en lugar de empleo, está acabando con lugares que se construyeron para hacer de la ciudad un sitio de entretenimiento y disfrute de los espacios abiertos por los neivanos y visitantes.
Así está pasando con el paseo peatonal José Eustasio Rivera cuya construcción de casetas para la informalidad siguió adelante sin importar las quejas no solo de los vecinos sino de todos los que sentimos nuestra ciudad y queremos verla siempre atractiva; ahora la Plaza Cívica, otrora sede de la llamada Galería Central ha sido invadida por los informales que, como dije en anterior comentario, no todos la ven como su último recurso para generar ingresos y paliar sus dificultades básicas sino que son profesionales en el comercio informal y “lideran” el aprovechamiento de las necesidades en beneficio propio. Ejemplos famosos en la ciudad lo confirman: Comerciantes que promueven la informalidad suministrando mercancía al rebusque.
Para los que no conocen su origen, la Plaza Cívica era un punto de partida para el llamado proyecto “darle la cara al Río Magdalena”, amplio espacio abierto que empezaba desde el propio Parque Santander y terminaba en el Río Magdalena. Como, a pesar de conocer este objetivo, Planeación Municipal de la época autorizó la construcción de un edificio exactamente donde debía empezar esta gran peatonal (carrera cuarta con calle octava) y luego se revivió, más moderno, el viejo “Pasaje Camacho” parte también del proyecto de la cara al río, se esperaba que la peatonal partiera de la Plaza Cívica una vez demolida la galería central.
Pero tampoco se logró y hoy se ha traducido en una plaza de la informalidad. Curiosamente, este sitio parece destinado, en el marco mental de los neivanos, a ser sitio de comercio. Los vestigios de la galería rondan los alrededores de la anterior plaza de mercado y parece que el lugar está condenado a la informalidad con la aceptación de quienes habitamos la capital que exige un trato diferente.
En época de cosecha, la carrera segunda, un esfuerzo de muchos alcaldes por entregar a la ciudad vías modernas para mejor movilidad, se vuelve “la avenida cachipay” pues los vendedores utilizan su separador como vitrina para su producto en abierta violación de normas de tránsito que lo prohíben. Pero, muchos compran y no les importa esta lamentable utilización de una vía estratégica para la movilidad.
Pero, nada decimos, nada nos conmueve y la ciudad seguirá en el atraso. ¿Así de conformistas y cultores del “quemeimportismo” somos los neivanos? Luego, no nos quejemos y sigamos disfrutando una ciudad que se nos desmorona en nuestras manos hasta que cifras como las de competitividad nos muestran la realidad que no queremos ver.