La inseguridad creciente. Por Ramiro Muñoz Calderón

El aumento de la inseguridad callejera es vertiginoso no solamente en Neiva sino en todo el país, y no se encuentran soluciones efectivas a tanto peligro que vivimos los ciudadanos. Se plantea muchas veces el aumento del pie de fuerza y de las cámaras de seguridad, pero los malhechores buscan nuevas opciones para evitar ser capturados.   Estos ocultan ahora el rostro con pasamontañas o con los cascos de motociclista, por lo cual no es fácil la identificación ante las cámaras. Además, los asaltos son cosa de segundos, el parrillero se baja con un arma en la mano y entra a un negocio o a una vivienda, intimida a las personas, hurta lo que encuentre y escapa. Al enfrentar la delincuencia las autoridades han implementado mucho tecnicismo, que en algunos casos es eficaz, pero no se acude a la raíz del problema, al verdadero origen de los delincuentes. Hasta ahora no he visto estudios sociales que puedan identificar el origen de la explosiva delincuencia que azota a Colombia; sin embargo, en un caso particular como Neiva es evidente que el desempleo y la falta de una gestión social integral en algunas zonas deprimidas son también alimento para esta inseguridad. Hay sectores de la ciudad donde los delincuentes se reúnen en esquinas a consumir estupefacientes y a coordinar sus fechorías;  delinquir se convierte en una forma de vivir, para familias enteras, porque no encuentran más ocupación. En algunas ciudades donde se ha podido disminuir la delincuencia callejera es porque el Estado ha entrado a esas zonas deprimidas con una gran fuerza institucional.  Se construyen zonas recreativas, bibliotecas, se mejoran los servicios públicos, se ocupa a las mismas personas del sector brindándoles trabajo en estas mismas obras, se atiende socialmente a la población con salud, educación, asesoría jurídica y otros componentes igualmente importantes. Disminuir esos desequilibrios urbanos lograría igualmente disminuir la delincuencia porque un programa de esa naturaleza cubriría gran parte de las necesidades de las personas de estos sectores, y beneficiaría a una ciudad completa porque se atacaría de raíz un problema que se vive en ascenso. Así mismo, muy posiblemente atender adecuadamente en estos momentos a un niño de 5 años de una zona deprimida, con atención social integral, podría significar tener un sicario menos dentro de 15 años. ramiromunoz@live.com

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