El arte de amar es un instinto que se desarrolla en nosotros según la personalidad, experiencias previas y valores aprendidos al interior del hogar, depende de cómo sean las personas que entran en la aventura del amor, pero… ¿Qué es verdaderamente el amor? Esta pregunta quizás nunca encuentre una única respuesta, ni ninguna respuesta podrá ser considerada como verdad absoluta, sencillamente obliga a profundizar hasta las mismas raíces del funcionamiento de la mente, de la espiritualidad y la esencia del ser humano. Desde siempre hemos escuchado que el amor es la energía que mueve el mundo, pero para poder acceder a esta energía, se debe contar con la mejor y única llave de entrada: la Inteligencia, entendida ésta como la capacidad de ver la verdad, de comprender profundamente, de acceder a la verdad, el conocimiento y la comprensión auténtica del otro a través de nosotros. Comprender para poder ponerse en el lugar del otro y entender que la otra persona ve e interpreta las cosas desde su posición, que es libre de hacerlo y que su forma de ver las cosas puede diferir de la nuestra, afectando las cosas más importantes que surgen en el día a día en las relaciones humanas, ayuda a la comprensión de esta particular emoción. El amor por donde se mire, produce un cambio en el modo de percibir las cosas, la realidad y las personas, nos hace más conscientes, nos ayuda a entender que la vida se vive sintiéndola o simplemente perdiéndola, con la certeza que en “el presente” en el “aquí y ahora” está todo, está la paz, la armonía, el equilibrio, el amor, la salud, la verdad y la vida misma. Cuando tomamos la determinación de ser feliz a través del amor, solo existe un camino, una forma para lograrlo y es haciendo uso de nuestra inteligencia, para comprender finalmente que el pasado no existe ya y que, para ser libres, debemos diluirlo. Que el futuro se sale de nuestras manos, porque el ahora”, que es lo único que realmente es nuestro y debemos vivirlo sin juicios interminables, se convierte en la conciencia de nuestra existencia y crecimiento espiritual. Permitamos que nuestro pasado se disipe, con el convencimiento que hicimos siempre lo mejor, de esta manera el futuro dejará de atormentarnos y el aquí y al ahora, será el equivalente del deseo y la conciencia de querer vivir bien y mejor, gracia al buen uso que hemos hecho a la inteligencia del amor.